Elecciones en Guatemala


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A pocos dí­as de la contienda electoral para la designación del gobierno de Guatemala, muchas personas todaví­a no saben de manera exacta por quién desean votar. Quieren ejercer su derecho de voto y así­ realizar su deber cí­vico. Pero existen titubeos y dudas no despejadas acerca de las intenciones de algunos de los candidatos para llegar a gobernar.

Dra. Ana Cristina Morales M.

 


La psicologí­a polí­tica analiza a los votantes, sus expectativas y sus necesidades y a través del uso de éstas en las campañas electorales se trata de influenciar la determinación del voto, ante todo de los ciudadanos que dudan.  Los programas de gobierno de los partidos polí­ticos son opacados por el bombardeo, de manera incansable, de eslóganes,  canciones pegajosas y anuncios en los medios de comunicación, los cuales  proveen al votante la imagen de que se está votando por determinado candidato y no por  el partido polí­tico que representa.  Así­ se vota por quien pueda agradar mejor al público, por quien tenga una mejor imagen y se descuida lo relevante ¿Cómo piensan gobernar? ¿Son realí­sticas sus propuestas?
Pienso que para analizar por quién votar hemos de conocer a mayor grado de conciencia el plan de trabajo de los partidos polí­ticos.  También es importante saber de la calidad moral y cí­vica de las personas que constituyen las diferentes coaliciones.  Porque durante la campaña electoral nos tratan de enamorar como a las jóvenes, endulzando nuestros oí­dos, diciendo cosas agradables y que posiblemente deseamos.  Pero de repente, cuando ya están en el gobierno las cosas cambian, ya no necesitan de nuestra simpatí­a, solamente tienen el poder y en muchas ocasiones se ha tornado en un poder prepotente.
En estas campañas analizan la situación del paí­s, pero más que nada, las necesidades y deseos de los votantes.  Así­, durante éstas ofrecen y ofrecen lo que nos puede interesar o convenir.  Algunas veces sin tomar en consideración si será factible de cumplir, o qué repercusiones puede tener cada ofrecimiento. 
Los chapines somos ingenuos, crédulos y muchas veces bonachones; continuamos creyendo en la buena voluntad de la gente.  Esto nos hace presa fácil de acciones malintencionadas de terceras personas.  En lo personal yo sugerirí­a que cada final de gobierno se hiciera una auditorí­a y una revisión del cumplimiento  y seguimiento del plan señalado para  gobernar.  Una especie de auditorí­a externa, donde con objetividad se analicen los resultados obtenidos por cada gobierno, así­ como se contabilice cada centavo y el destino que llevó cada uno. Serí­a bueno que tuviésemos al final de cada perí­odo presidencial la oportunidad como pueblo de dar nuestro punto de vista y calificar las acciones realizadas por nuestros mandatarios.
Se observa apatí­a de las personas por el proceso electoral, y no creo que sea secundaria o falta de amor a su patria,  sino producto del cansancio y desgaste de sentirse utilizados,  ya habiendo vivido experiencias de frustración ante el poco compromiso de los gobernantes para un paí­s mejor. 
Algo que también me gustarí­a que pudiera ser tópico de los procesos electorales, es que durante las campañas  pintarrajean lo que pueden (con pintura de aceite).  Tuve la oportunidad no hace mucho de ir al lago de Atitlán y me dio mucha pena ver cómo las rocas naturalmente expuestas en el camino, tení­an colores representativos  de casi todos los partidos polí­ticos.  Esto me parece una actitud antiecológica y de poco respeto al paí­s en donde vivimos.
Por último quisiera hacer un llamado a la conciencia de los futuros gobernantes en que antes de pensar en sí­ mismos, se den cuenta que la Patria los necesita.  De modo contrario, la situación estresante de pobreza, miseria y violencia en el paí­s se perpetuará.  Estamos acostumbrados a que estos problemas son más visibles y tienen repercusiones más nocivas en las clases socioeconómicas bajas, pero no es exclusivamente un problema de clase, es vivir en Guatemala, cada dí­a, con la zozobra de si al salir de nuestras casas podremos regresar con vida, sin haber sido ví­ctimas de un asalto, un tiroteo y más.