En el presente proceso eleccionario son tan numerosos los partidos y las propuestas de candidatos a presidente y vicepresidente de la República, que el 11 de septiembre en primera vuelta tenemos la opción de votar, que la mayoría de los ciudadanos se desconciertan y se complican al tener que decidir quién merece su voto.
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La propaganda en televisión, radio, vallas, afiches de los binomios presidenciales, especialmente por uno o dos de ellos es tan grande que nos llegan a aturdir. Por esto, la experiencia, la razón nos hacen preferir que exista una segunda vuelta, especialmente por la diversidad entre los binomios de candidatas y candidatos que aspiran a ceñirse la banda presidencial el 14 de enero del año entrante.
El que en la primera vuelta no se obtenga, como históricamente ha sucedido una mayoría absoluta por parte de un binomio presidencial a la larga es bueno; obliga a los dos binomios que compiten en la segunda vuelta a explicar de forma exhaustiva y profunda su programa de gobierno, también permite que justifiquen de dónde obtuvieron los millonarios recursos que les permitieron realizar sus campañas electorales por cuanto quienes han sido sus patrocinadores de cierta manera han logrado obtener una vinculación que después puede ser inadecuada y nociva para los intereses de la generalidad de los guatemaltecos.
El votar en la primera vuelta por alguien que no obtenga los votos suficientes para ser parte de los dos binomios que compitan en la segunda vuelta nos da una mejor oportunidad para decidir en definitiva a quién elegir y respaldar. Incluso, conlleva que las propuestas y programas de los dos binomios que compitan el 6 de noviembre puedan ser mejorados.
La elección es un compromiso, pero no debe ser un cheque en blanco, las encuestas y candidatos impiden un análisis profundo a la ciudadanía, la segunda vuelta y la elección entre sólo dos binomios cambia estos hechos por cuanto permite profundizar en cómo sería el Gobierno de uno o de otro y qué consecuencias sociales para el presente y futuro del país conlleva elegir a uno o a otro.
Guatemala democráticamente está atrasada, por ello la elección en segunda vuelta no sólo conviene para el avance de la democracia, sino ante todo nos da la oportunidad de redireccionar el voto y mandato al enterarnos de cómo los candidatos pretenden combatir la pobreza, la desnutrición, mejorar la recaudación, la inversión de los impuestos existentes y como realizará una adecuada educación, una salud preventiva, un sistema de gobernabilidad y seguridad que tanto necesita la ciudadanía guatemalteca para que no continuemos siendo uno de los países más violentos, menos seguros y con menos perspectiva y que Guatemala no continúe siendo un segundo Haití.
Qué perdemos con que en la primera vuelta no se defina quién es presidente y vicepresidente, NADA. Por el contrario, ganamos al obligar a quienes aspiran a ser presidente y vicepresidente a abrirse, a dejar claro que no continuaremos deteriorando nuestra sociedad y que el compromiso de quien elijamos será fortalecer el presente y el futuro de nuestros hijos, esposas, familias, de todos y cada uno de los que confiemos con nuestro voto en ellos.
Los centros de pensamiento, las organizaciones sociales, ante todo la gran mayoría de los votantes y ciudadanos, debemos de esforzarnos y sin temor respaldar una elección en una segunda vuelta con lo que no perderemos, sino por el contrario ganamos la oportunidad y la certeza de elegir de una manera más meditada, más responsable y también más democrática.