Después de una poco común derrota en el Super Bowl, los Steelers de Pittsburgh padecieron algo igualmente inusual para una de las franquicias más estables y mejor comportadas de la NFL: un receso de temporada lleno de incidentes en el que los campeones defensores de la Conferencia Americana generaron noticias, pero por las razones incorrectas.
El running back Rashard Mendenhall hizo enfurecer a algunos al publicar en mensajes de Twitter su frustración por lo que él consideró una reacción inadecuada tras la muerte de Osama bin Laden.
James Harrison, el agresivo linebacker, arremetió contra el comisionado Roger Goodell en un artículo de la revista Men’s Journal, al decir que era un «sinvergí¼enza» y que era «el diablo».
El wide receiver Hines Ward usó sus ágiles pies para ganar el reality show Dancing with the Stars, pero apenas unas semanas después su imagen sufrió daño al ser arrestado por conducir en estado de ebriedad en Atlanta.
Aunque Mendenhall y Harrison se disculparon más tarde y Ward sostuvo su inocencia, todos estos pasos en falso no fueron acordes con el estándar de conducta en una ciudad que prefiere que sus Steelers sean duros trabajadores en el campo y tipos callados fuera de él.
«Obviamente hemos tenido más atención negativa que otra cosa», admitió el safety Ryan Clark. «En este momento sólo queremos estar tranquilos y jugar fútbol americano. Creo que hemos hablado bastante y estado en los medios de comunicación lo suficiente».
Mientras Pittsburgh fue el único equipo en rechazar el nuevo convenio laboral entre dueños y jugadores, los Steelers lo hicieron solamente como un voto de protesta. En realidad, están demasiado ansiosos por empezar la temporada y limpiarse el amargo sabor por la derrota de 31-25 en el Super Bowl contra Green Bay.
«Tratas de superarlo, dejarlo atrás y esperar que sea un impulso mayor para buscar ganar ese tercer Super Bowl para este grupo», dijo el defensive end Brett Keisel.
Se trata de un grupo que la gerencia trató de mantener intacto. A diferencia de otros, Pittsburgh optó por mantener a sus jugadores de casa que lo han llevado a tres Super Bowls en seis años.
El cornerback Ike Taylor y el liniero ofensivo Willie Colon recibieron contratos multianuales y el equipo evitó la pérdida del linebacker LaMarr Woodley (10 capturas de quarterback) al extender su contrato hasta 2016.
Fuera del arribo del wide receiver Jerricho Cotchery, procedente de los Jets, los Steelers lucirán como hace un año. Eso no es malo, considerando que tuvieron marca de 12-4, con la defensa que menos puntos permitió y un ataque que sigue siendo joven en posiciones clave.
«Sentimos que tenemos mucho campo para mejorar», comentó el quarterback Ben Roethlisberger, quien apenas contrajo matrimonio. «Pero tenemos muchas armas. Yo diría que estamos tan armados como nunca desde que he estado aquí».
‘Big Ben’ puso el ejemplo la campaña anterior de cómo dejar atrás los escándalos con grandes jornadas en el campo. Empezó suspendido por mala conducta y terminó en el Cowboys Stadium buscando su tercer trofeo Vince Lombardi, luego de una campaña en la que su índice de efectividad como quarterback (97.0) estuvo entre los mejores de la liga pese a jugar con un pie roto y otras lesiones.
El wide receiver Mike Wallace viene de una temporada fenomenal en la que promedió más de 20 yardas por atrapada y ha pronosticado que puede llegar a 2.000 yardas si le mandan el balón lo suficiente. Antonio Brown también se encuentra entre los jugadores más veloces de la liga y Mendenhall cree que puede repetir su actuación de la temporada pasada cuando tuvo 1.273 yardas por tierra y 13 touchdowns.
Sin embargo, la identidad del equipo sigue estando del otro lado del balón.
Los 11 titulares de una unidad que recibió un promedio de sólo 14,5 puntos por juego están de regreso. Los Steelers creen que la familiaridad les ayudará a sobreponerse al relativo envejecimiento: nueve de los titulares tendrán al menos 30 años de edad en diciembre.
El grupo defensivo no quiere abandonar aún los reflectores. Troy Polamalu, el Jugador Defensivo del Año de la NFL, parece estar totalmente recuperado de una lesión en el tendón de Aquiles que lo limitó en los playoffs. Harrison (10,5 capturas, 6 fumbles forzados) sufre dolores aquí y allá pero no cree que eso le impedirá seguir provocando pánico en los rivales.
Dicho lo anterior, los Steelers saben que, con tanta gente que empieza a tener canas, ésta podría ser su última arremetida en un rato. Bueno, quizás.
«Para ser honesto, he escuchado (acerca de esto) por varias pretemporadas en fila», dijo Polamalu. «Para nosotros siempre habrá un sentido de urgencia».
Polamalu hace bien en decirlo. Pittsburgh abre la temporada el 11 de septiembre en Baltimore.