Comentamos ya que en el cierre de campaña arrecia la actividad de los partidos para utilizar todos los medios a su alcance a fin de conseguir golpes de efecto de última hora, destacando entre esas actividades los ataques y campañas de desprestigio. Es obvio que a juicio de los partidos y de sus candidatos todo se vale y en los últimos días hemos notado una frenética actividad de algunos para lograr que se publiquen encuestas hechas a la medida.
Es curioso que mientras todos dicen que las encuestas son apenas una fotografía de la realidad y que no influyen en el ánimo de los electores, son muchos los partidos que ofrecen el oro y el moro en esta crucial etapa final de campaña para que se les haga el favor de publicar encuestas en las que aparecen bien posicionados. Y es que hay dos efectos indiscutibles de las encuestas, siendo el más importante el efecto que tienen en los financistas y lo que se gasta en los cierres, sobre todo para lanzar toda clase de golpes a los adversarios, significa sumas enormes. El otro aspecto es que a nadie le gusta votar por alguien que es seguro perdedor, lo que hace tan importante que salga alguna encuesta en la que al interesado se le muestra alguna posibilidad.
Se habla mucho de la necesidad de mantener la absoluta libertad para publicar encuestas porque ellas son parte de la libre expresión del pensamiento, pero el Tribunal Supremo Electoral debería certificar la calidad de las encuestas mediante una aprobación de la metodología que se sigue, de la credibilidad de las empresas encuestadoras y del tipo de preguntas que se formulan. La facilidad para manipular resultados en una encuesta es muy grande y a nuestro juicio eso incide seriamente en el comportamiento electoral, sobre todo porque coloca en posición de ventaja al puntero para recibir más dinero en un sistema que no se basa en organizaciones políticas sino en pura y simple pistocracia.
Si hay tantas cosas corruptas en el entorno de la política criolla por qué vamos a suponer que las encuestas están libres de esa contaminación y que se hacen lealmente, para proporcionar instrumentos de análisis a una ciudadanía que no está particularmente interesada en el análisis y que pone ínfima atención a lo que las encuestas dicen sobre las preocupaciones de la gente, puesto que lo único que cuenta e importa es quién y por cuánto va a la cabeza de la contienda. El sistema de campaña en el país amerita cambios que incluyen, desde luego, el financiamiento, pero no se puede tocar ese tema sin que se hable también de las encuestas a la medida.
Minutero:
Aunque no tengan respuestas
ofrecen espurias encuestas
en las que de entrada se apunte
que hay un fuerte repunte