Pronto, días más, días menos, dependiendo de si hay o no segunda vuelta, llegara a su final la campaña electoral 2011.
Poco a poco empezara a silenciarse, aunque no con la velocidad que quisiéramos, la masiva propaganda que mientras enriquece y envilece a algunos medios, anestesia los sentidos e impide el análisis honesto y correcto de muchos ciudadanos, contribuyendo, lamentablemente, a que en muchos casos, demasiados todavía, el dinero triunfe sobre la democracia y las ideas.
Sería vergonzoso e indigno eso sí, no denunciar que los millones de quetzales derrochados en las campañas políticas, son un verdadero insulto para millones de ciudadanos que nacen y crecen desnutridos, viven ignorantes, enfermos y sin esperanza de una vida digna y en muchos casos mueren de hambre en medio del olvido y la desesperanza.
Y al terminar el circo y caer la cortina del tradicional y siempre predecible espectáculo, volveremos a enfrentar de golpe la cruda realidad apenas maquillada por tanta basura electoral.
A despertarnos del sueño mediático y volver a la pesadilla de vivir en un estado fallido, dominado por criminales que dentro y fuera del gobierno hacen lo que les viene en gana y que es y ha sido hasta la fecha, totalmente incapaz de dar seguridad, salud, educación, empleo o comida a sus ciudadanos.
Pero por lo menos tendremos, una vez más, otra oportunidad de saber si realmente queremos y tenemos la convicción de hacer un cambio verdadero y permanente de la situación que hasta ahora hemos “sobrevividoâ€. De sacar a Guatemala de su calvario.
Porque si bien es cierto que es al nuevo gobernante a quien corresponde cumplir sus ofertas electorales, somos los ciudadanos quienes no debemos permitir que otra vez, alegremente las olvide y se una con entusiasmo, él y su corte, a la interminable cadena de “servidores†del Estado que solo han llegado a servirse de él. ¡Y en plato grande!
A pesar del mal sabor que siempre nos deja la demagogia electorera, cada elección debe ser un paso adelante en la construcción de ciudadanía, la consolidación de nuestra madurez política y el fortalecimiento de nuestra democracia.
Solamente luchando día a día, ganándonos el derecho a una vida mejor y participando activamente, podremos ir avanzando sólidamente por la senda correcta, siempre para adelante.
Los guatemaltecos ya no podemos seguir deprimidos, confundidos y sin saber cómo salir del agujero, resignándonos a soportar indefinidamente a malos gobernantes. Gane quien gane, debe de ganar Guatemala.
Vivamos las palabras de nuestro insigne poeta Otto René Castillo:
“Ya me canse de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.â€
Y seamos dignos de ellas.