Ataques a Rigoberta: muestra de racismo (II)


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En mi artí­culo anterior hablaba, al final, de las crí­ticas a Rigoberta Menchú. Algunas son válidas; pero otras son velados ataques, con raí­ces racistas. En polí­tica, los hechos son clave; pero también afectan las impresiones que la gente toma y de ahí­ la utilización de los medios de comunicación para la manipulación de la opinión pública. Los sectores más involucrados en el proceso revolucionario tuvieron la impresión de que Rigoberta, después de 10 años de sumar su voz a la oposición guatemalteca, al recibir el Premio Nobel de la Paz habí­a empezado a tomar distancia de la URNG, vanguardia de la lucha. Lo que no se analiza es que ese distanciamiento fue producto de la decisión, estratégica o táctica, de ambas partes, para que ella pudiera contribuir mejor al logro de la paz.

Raúl Molina

 


Lamentablemente, si es fácil producir alejamientos, resulta difí­cil lograr el proceso contrario: el acercamiento. Es lo que solamente se ha concretado ahora en el Frente Amplio, casi 20 años después. En ese perí­odo ambas partes tuvieron aciertos importantes; pero, igualmente, se cometieron errores. Quizás la crí­tica mayor a Rigoberta, así­ como la crí­tica mayor al movimiento revolucionario armado ha sido su falta de unidad y su incapacidad de convocar a otros sectores, fue su vinculación al gobierno de Berger. La misma represión al movimiento popular y campesino que hoy aplica Colom fue aplicada por aquel, en momentos en que Rigoberta era su embajadora de la paz. Los sectores reprimidos sintieron en esa ocasión que la “paz” se aplicaba en su contra. Otros sectores revolucionarios criticaron que en las elecciones pasadas Rigoberta renunciara a la izquierda para aliarse con Encuentro por Guatemala. Sin duda, estas decisiones polí­ticas tendrán que ser reanalizadas a la luz de la historia, para darle su justa interpretación.

Los ataques, por otro lado, sí­ deben enfrentarse ahora. Uno es sobre la supuesta incorrecta utilización de los fondos del Premio Nobel. En realidad, estos fondos han sido muy elásticos: sirvieron para apoyar el proceso de paz; el retorno y reasentamiento de miles de refugiados en México; y el funcionamiento durante casi 20 años de la Fundación Menchú, que ha trabajado intensamente en la defensa de la dignidad y los derechos de los pueblos indí­genas en Guatemala y en otras partes. Ya quisiéramos que los millonarios guatemaltecos, que abundan, dieran cuentas de sus fondos con igual contenido social. Desde luego, en el ámbito económico Rigoberta también ha tenido desaciertos. Por ejemplo, su buena intención de brindar medicina y atención médica primaria a bajo costo chocó con las caracterí­sticas capitalistas de una empresa mexicana de farmacias populares.
 
Su participación hoy en el Frente Amplio, del lado de los pobres, después de haber sido candidata a la Presidencia hace cuatro años en una alianza no ideológica, refleja que Rigoberta reconoce sus desaciertos y los enmienda. ¿Cuántos de nuestros polí­ticos pueden hacer lo mismo, desde el Presidente hasta los generales represivos? ¿Aceptará Colom su error de apoyar a su exesposa? ¿Aceptará Pérez no los errores sino los horrores de la “guerra sucia”? Sin duda, la opción del Frente Amplio, que ayudará a despojarnos del racismo, constituye la única esperanza.