La recta final


Editorial_LH

Al terminar el mes de agosto quedan escasos once dí­as para las elecciones generales y entramos, consecuentemente, en la recta final en la que los candidatos harán sus últimos esfuerzos por asegurar los votos necesarios. Es un viejo aforismo la creencia de que en la polí­tica todo se vale con tal de hacer prosélitos, y en nuestro paí­s esa tesis se lleva a extremos, sobre todo porque en las últimas horas de la contienda es cuando más abundan los ataques y descalificaciones, confiando en que los agredidos no tendrán ni tiempo ni medios para responder adecuadamente.

 


Si en términos generales las campañas se distinguen por los golpes bajos, en las últimas horas previas al cierre de la propaganda y aún en el perí­odo de veda para permitir la reflexión de los ciudadanos, se producen infinidad de ataques que ahora, gracias a internet, se pueden propagar mucho más fácil que antaño, cuando se dependí­a de acciones de volanteo subrepticio. La tecnologí­a, supuestamente al servicio de la humanidad, se convierte en un instrumento desleal en manos de quienes sin empacho ni rubor lanzan los ahora llamados “ataques cibernéticos”.
 
  De hecho hay ya en la red abundantes mensajes que contienen señalamientos que evidentemente son falsos, pero que mucha gente reproduce al reenviarlos a todas sus listas de contactos de correo electrónico, contribuyendo así­ a ensuciar más el final de esta campaña.
 
  O sea que a la falta de propuestas concretas y de discusión seria de los problemas del paí­s, se suma toda una serie de acciones que terminan convenciendo al ciudadano de la suciedad intrí­nseca de nuestra práctica polí­tica donde los valores están por completo abandonados y se da rienda suelta al engaño en todas sus dimensiones.
 
  Los ciudadanos responsables y mejor informados no caen en el juego de las acciones descalificadoras de último momento, pero es indudable que hay una gran cantidad de personas que se dejan llevar por todo lo que leen o escuchan y precisamente por esa especie de candidez de buena parte de los electores, es que se utilizan con tanta frecuencia esas malas artes que tienen, sin duda alguna, impacto en el resultado final de la elección.
 
  Ni pretender que las autoridades electorales puedan controlar y contener esas acciones de última hora porque ni han podido contener el exceso de gasto ni han podido impedir actos expresamente prohibidos por la ley de la materia, menos van a tener la capacidad de hacerla de investigadores cibernéticos para detectar el origen del enorme flujo de propaganda mal intencionada que inunda internet y las llamadas redes sociales.

Minutero:
Los ataques cibernéticos
van ahora a ser frenéticos
 pues al cierre de campaña
cada quien tiene más maña