De las encuestas, foros y medios


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Como quien dice nada, se está a 11 dí­as de que no se elegirá sino se escogerá. Se trata de las séptimas votaciones generales a partir de la llamada apertura democrática y polí­tica y, al igual que las anteriores, en nada cambiarán la tensa situación y difí­ciles condiciones en que se encuentra Guatemala desde entonces y, aun, desde antes. Las cosas tenderán a agravarse más –y lo que es peor–, en todos los órdenes: en lo económico, polí­tico, social, institucional y gubernamental.

RICARDO ROSALES ROMíN
\ Carlos Gonzáles \

 


El próximo 11 de septiembre, habrá ciudadanos que se abstengan y los que anularán su voto o dejarán la papeleta en blanco. Tres 3 mil 500, son los cargos “en disputa” y 31 mil 795 los “candidatos”. De los “candidatos” inscritos, 434 son para “diputados” por lista nacional y mil 673 para “diputados” distritales, 560 “titulares y suplentes” al Parlamento Centroamericano, y 29 mil 108 para “alcaldes, sí­ndicos y concejales”. Veinte, son los “candidatos” a presidente y vicepresidente del paí­s.
     
      Los 26 años de gobiernos civiles (1986 – 2011) son la continuación y prolongación de los regí­menes militares que usurparon el poder durante 32 años (1954 – 1986) y ello confirma que durante esta etapa (1954 – 2011) la polí­tica dejó de ser la guí­a y acción para el buen gobierno y la gestión pública.
     
      Los polí­ticos y sus partidos –conservadores, reaccionarios, anticomunistas, de ultraderecha, derecha y centro derecha–, por los intereses a que obedecen y sirven, representan y defienden, tutelan y salvaguardan, han pervertido la polí­tica y al sistema polí­tico y de gobierno, de partidos y votaciones, la gestión pública y gubernamental, y los poderes del Estado y las instituciones.
     
      El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define la perversión como la “acción o efecto de pervertir o pervertirse”. Dice, además, que pervierte y se pervierte el que perturba “el orden o estado de las cosas”. De lo anterior se infiere que, para nuestro caso, las élites patronales son las que han pervertido a los polí­ticos y a sus partidos así­ como que los polí­ticos y sus partidos son los que, a su vez, se han pervertido.
     
      Desde que se vienen realizando encuestas para “medir” la intención del voto en un momento dado, y los foros entre “presidenciales”, las votaciones se han corrompido mucho más. Con las encuestas se induce al encuestado y se acomodan los datos y resultados al interés de quienes las encargan. Con los foros, quienes los patrocinan, convocan y realizan, favorecen al candidato que les conviene e interesa que resulte “electo”.
     
      La mayorí­a de medios de comunicación (impresos, radiales o de televisión) no son ajenos a ello, aunque después tengan que “arrepentirse”.
     
      Las encuestas encargadas por dos de los impresos de la mañana (Prensa Libre y elPeriódico), es por demás evidente que fueron levantadas a fin de favorecer a un “presidenciable” en particular y lo mismo sucede con los foros a los que se les dio más cobertura y lograron acaparar mayor audiencia (me refiero al del lunes 22 de la AGG y al del jueves 25 de CNN y Canal 3). Lo que buena parte de la audiencia duda, es si lo pudieron lograr.
     
      Durante su desarrollo fue fácil advertir el sesgo con que se diseñó el formato y el orden y propósito de las preguntas a fin de, en ambos casos e igualmente, favorecer al mismo candidato.
     
      En suma, cada vez me convenzo más que el 11 de septiembre lo que procede es anular el voto o dejar la papeleta en blanco.
     
      Es el derecho que como ciudadano me asiste de rechazar el sistema polí­tico y gubernamental, de votaciones y partidos, y la perversidad de los polí­ticos y sus partidos y coaliciones electoreras, sus anónimos financistas y los peligrosos grupos paralelos que están detrás de ellos. Es no estar de acuerdo con los “presidenciables”, “candidatos” a diputados y autoridades municipales de ultraderecha, derecha y centro derecha. La abstención es, también, una manera de oponerse y objeción ciudadana.
     
      En polí­tica lo que cuenta es la experiencia y los conocimientos, lo que se sabe, aprende, conoce, estudia y analiza; la práctica y el trabajo diario y profesional en lo organizativo, ideológico y polí­tico; la dignidad y el decoro; la solvencia y la integridad; el lado del que se está y del deber.
     
      En el polí­tico, es su talento e inteligencia, capacidad y competencia, consecuencia y lealtad, idoneidad y solvencia, confianza y entereza, liderazgo y honradez, la lucha que ha librado, libra y habrá de seguir librando a fin de emancipar al paí­s, refundarlo y salvarlo del desastre y el caos.
     
      En polí­tica, las intenciones –por buenas que sean– no cuentan; se quedan en eso: en buenas intenciones. Lo decisivo, son los resultados y los resultados se logran si se es capaz de visualizar su viabilidad, advertir sus reales posibilidades y luchar por concretarlos. http://ricardorosalesroman.blogspot.com/