Fórmula para el fracaso


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¿Qué nos pasa? Todos lo ven venir, mucha gente se acerca para decirnos que estamos a punto de cometer el error más grande de nuestra vida y cuando es tanta la insistencia y aumentan quienes desean advertirnos sobre el mismo tema, preferimos hacer la operación “tortuga” metiéndonos dentro de nuestra propia caparazón tratándolos de ignorar. Seguramente usted también habrá visto venir el fracaso de varios contendientes en la campaña electoral cuyo final se avecina y se habrá preguntado: ¿cómo o por qué no han hecho nada para evitarlo?

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


El peor fracaso sufrido por John F. Kennedy, fue aquel tan sonado y controversial desembarco en la Bahí­a de Cochinos, idea original de su contrincante Richard M. Nixon, pero cuando el primero asumió la presidencia ya la CIA trabajaba en el plan de invadir Cuba, por lo que después de haberle informado al detalle a él y su grupo de colaboradores, se pusieron manos a la obra, con el antecedente aún fresco de haber alcanzado una victoria electoral impresionante, hasta el punto de creerse invulnerables.

Al poco tiempo Kennedy se estaba preguntando: ¿cómo pude ser tan estúpido de permitir que esto se llevara adelante? Claro, son muchas las causas y tan corto el espacio para escribir esta columna que me atrevo a recordar sólo las más importantes. Cité antes la ilusión de la invulnerabilidad porque me ha tocado presenciar muchas veces  a diversos grupos de trabajo con la sensación de que cualquier cosa que se planee está destinada al éxito. Y eso no es verdad. Todo depende de muchas circunstancias, de profundizar en el análisis y la investigación.

La pérdida de la realidad afecta seriamente la capacidad de un grupo para evaluar en forma realista la información que maneja. De igual manera ocurre que cada quien es reacio a hacer algo que pueda quebrar tanto las sensaciones eufóricas, como las de cohesión y luego, surge la sensación de unanimidad, pues al fin de al cabo el grupo ha demostrado ser formidable y es entonces cuando se piensa ¿cómo podrán ahora equivocarse? Seguramente usted preguntará: ¿pero por qué callan los que discrepan de tantas cosas fundamentales? Simplemente, porque a pesar de haber tantas dudas, más de alguno teme ser calificado de timorato o de indeciso.

Cuenta la historia que Schlesinger guardaba muchas reservas sobre el plan de invasión a Cuba y que habí­a sido Robert, el hermano del presidente, quien llegó a convencerlo de que la decisión habí­a sido ya tomada, por lo que debí­a apoyarse la causa lo más que se pudiera. Con este pequeño relato espero que ahora usted ya sepa las causas que originan los candidatos y campañas que nacen muertas, como que a pesar de estar seriamente advertidos de la pérdida, insisten en decir “este macho es mi mula” y adelante con el proyecto, aunque ello represente serias consecuencias económicas, financieras y daños de í­ndole personal.