Estamos ya en la cuenta regresiva: las elecciones se acercan a pasos agigantados y la reflexión sobre quién debe liderar Guatemala durante los próximos cuatro años es imperiosa. Se habla de proyectos políticos, prioridades sociales, planes económicos… ¿Qué hay del perfil del gobernante? ¿Sus credenciales de entereza, ética, protección de la institucionalidad y la democracia?
alfonso.carrillo@meimportaguate.org
Seamos cuidadosos al decidir a qué candidato le damos nuestro voto, de eso depende el futuro de Guatemala. Veamos cómo hemos tomado estas decisiones en el pasado; aprendamos de nuestros errores y aciertos. Hagamos el ejercicio, y repasemos, por ejemplo, lo sucedido en las elecciones de septiembre de 2000.
Al elegir los guatemaltecos a Alfonso Portillo, elegimos a alguien que en 1982 había sido perseguido en México por el delito de asesinato de dos jóvenes, y que se escapó y desertó de la justicia hasta lograr que un Juez declarara prescrito el delito (es decir, que ya había pasado cierto número de años que impedían procesarlo por dichas muertes). Portillo reconoció públicamente los homicidios y daba justificaciones de por qué había sido prófugo. ¿Será que los guatemaltecos podemos volver a elegir para presidente a un individuo sin escrúpulos? ¿Cómo podía velar Portillo que el Estado les garantizara a los habitantes de la República la vida, si él había sido capaz de asesinar a dos personas? ¿Y cómo podía velar por la justicia si él mismo la había evadido?
Durante el gobierno de Portillo, el gobierno americano descertificó a Guatemala por no combatir el narcotráfico.
¿Qué otro país del mundo habrá tenido como Presidente a una persona que ha sido tres veces prófugo de la justicia, una de ellas por asesinato? La primera, antes de ser Presidente, por el asesinato de dichos jóvenes, y las otras dos veces se fugó de la justicia guatemalteca. De hecho, la última vez, Portillo estuvo a punto de volver a escapar. Lo hubiese logrado si las autoridades no lo hubiesen logrado detener en Izabal. Para Portillo era válido que un prófugo de la justicia se escondiera hasta que llegara un momento en que la justicia no le pueda procesar, así lo había hecho él.
La mala elección de la mayoría de votar por Portillo se hizo evidente poco tiempo después que asumió el cargo. El gobierno de Portillo y del FRG se distinguió por escándalos y denuncias de corrupción, tales como a) la quiebra del Banco Metropolitano y el Banco Promotor, resaltando que tenían como presidente y vicepresidente a uno de los principales financistas de Portillo, Francisco Alvarado Macdonald, a quien se le fijó una fianza irrisoria; b) el escándalo de la Conexión Panamá en que se acusó a Portillo, el vicepresidente Reyes, su hijo y al secretario de Portillo, Julio Girón, por varios millones de dólares; c) la descertificación de Guatemala en la lucha contra el narcotráfico; d) y el desfalco al fideicomiso de vivienda del IGSS, entre muchos más.
Años después de terminado el período presidencial portillista, el Ministerio Público lo acusó junto a dos exministros (el de Finanzas, Manuel Maza Castellanos y el de la Defensa, Eduardo Arévalo Lacs), de haber participado en la sustracción de Q120 millones del Ministerio de la Defensa en 2001. Los acusados fueron absueltos y el caso está en apelación. El tribunal que los absolvió, le negó valor a la declaración de Armando Llort y de Salomón Molina (presidente y director financiero del Crédito en aquella época).
La Fiscalía de Nueva York, así como el gobierno Francés, iniciaron paralelamente investigaciones contra Portillo, por conspiración y lavado de dinero. Hace menos de una semana, la Corte de Constitucionalidad confirmó la viabilidad de la extradición de Portillo a los Estados Unidos.
Alfonso Portillo fue una persona inapropiada para el cargo de presidente. Fue un ejemplo negativo y destructivo para la formación de nuestra juventud y envió un mensaje erróneo a toda la institucionalidad del país.
La selección de una persona honesta e íntegra y comprometida para el cargo de presidente puede hacer la diferencia en el destino de Guatemala. ¿Quién de los actuales candidatos a Presidente podrá velar porque el Estado les garantice a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona?
El próximo 11 de septiembre volvemos a tener la oportunidad de votar por un individuo honorable que responderá a la confianza del pueblo. No permitamos que funjan esta responsabilidad personas que ya han probado ser aliados del narcotráfico, o del crimen organizado y el contrabando, o de cualquier otro vicio ético. Portillo abusó de la confianza del pueblo. No permitamos que esto vuelva a ocurrir.
¿Y de nuestro próximo Presidente? ¿Qué queremos?