Mendaces negadores del genocidio


rene-leiva-pixeleada

Los genocidas, solo si el abominable asunto se saca a colación o es aludido, niegan que durante la guerra sucia se hubiese cometido genocidio en el paí­s de la eterna. Así­ como los racistas, que refutan el racismo; los explotadores, que niegan la utilización abusiva e ilí­cita en provecho propio de la fuerza laboral, las cualidades y los sentimientos de los demás; los ecoterroristas, que desmienten, ante las evidencias, la intervención de la mano humana en el llamado “cambio climático”.

René Leiva

 


El genocidio está más allá de la simple palabra genocidio. Trasciende las definiciones y los conceptos, el diccionario y la enciclopedia, los términos etimológicos y la construcción mental e idiomática, los acuerdos internacionales, los foros, congresos, paneles…

El genocidio, con otras palabras, y otros pensares y sentires, lo gritan las fosas comunes, los cementerios clandestinos, la tierra arrasada, los huérfanos, las viudas de los pueblos originarios. El genocidio sale a luz con las inhumaciones, los cadáveres expuestos, la maraña de osamentas, los testimonios de sobrevivientes, la invicta memoria colectiva.

El genocidio no puede borrarlo, ni aquí­ ni en Irak ni en Afganistán ni en el pueblo palestino, la palabra amnistí­a, ni un nunca pedido perdón, ni el secular olvido.

Racismo orgánico, secular e institucional, más conservadurismo y anticomunismo biológicos, más polí­tica de exterminio y de “quitar el agua al pez”, más masacres de la selva, más terrorismo de Estado, igual a genocidio, en los pueblos mayas.

Pero ahora y desde entonces los genocidas han construido parapetos y trincheras (y alguna mazmorra) para la defensa de su mendaz inocencia. Poseen defensores oficiosos y a sueldo, hábiles en manipulaciones conceptuales y en escamoteo de la historia, en palabrerí­a vací­a, con aliento a tumba clandestina.

Son negadores del genocidio la propia bestialidad, la mendacidad, la hipocresí­a, la cobardí­a, en cómplice sociedad anónima.

El genocidio en la guerra sucia fue casi una prolongación “natural”, un salto metahistórico del genocidio perpetrado durante la invasión española, con ribetes de realismo incontestable. (Con información, para variar, de Perogrullo Pérez)
*****
Por este medio, Abstencionistas anónimos aclara al pueblo de Guatemala que nunca ha pertenecido ni pertenecerá a ningún frente, liga, coordinadora, coalición, alianza, filiación, foro, congreso… ni nada que se le parezca. Somos dialécticos. O lo intentamos. Por más de dos décadas.