El mismo sendero recorren de la mano las mentiras de los políticos y la aniquilación de los que en algún momento fueron valores ciudadanos de los pueblos: La democracia, la libertad, la justicia, los derechos civiles y los derechos humanos. Cuando hago referencia a los derechos civiles y humanos es porque la mentira es afirmar algo que sabemos es falso, con la intención de engañar o confundir. Al mentir, el mentiroso acrecienta su propio poder y reduce el de las víctimas, que en este caso son los muchos ciudadanos que aún tienen creencias utópicas.
Desafortunadamente debemos llegar a la triste conclusión de que todos los políticos son, de una manera u otra, mentirosos. Repiten como cacatúas los discursos de políticos anteriores o los discursos que ellos mismos dictaron en años preliminares, a sabiendas que la situación de un país, con sus cambiantes dinámicas económicas y sociales, no puede cambiarse, como dijo en alguna oportunidad Vinicio Cerezo, con varita mágica.
Es conveniente que la ciudadanía guatemalteca sepa que los cambios para mejorar las condiciones de un país y de una ciudadanía no dependen únicamente de un gobernante, sino depende de la buena voluntad política de equipos que trabajen con transparencia, en consonancia con una misma visión y que es un proceso de muchos años caminando en la misma dirección, con la colaboración de la población que esté decidida a realizar esfuerzos y sacrificios individuales con el fin de que sus generaciones futuras tengan mejores condiciones de vida de las que ellos han vivido hasta el momento.
Los cambios hacia mejores condiciones de vida dependen de los ciudadanos, quienes inicialmente tienen que cambiar individualmente sus actitudes para mejorar sus relaciones con sus semejantes; en su trabajo; para con sus clientes; para con sus patronos; para con sus trabajadores; para con sus hijos; para con sus esposas; para con sus padres… Cada individuo tiene que cambiar hacia una actitud mejor. Si estas condiciones no se dan, la población seguirá navegando dentro de su propia mediocridad y empeorando durante muchas décadas o siglos por venir.
No puede una población esperar que quien ejerza la Presidencia de la República haga lo que todos tienen que hacer individual y colectivamente: cambiar su actitud para cambiar al país y mejorar las condiciones de vida de una nación. Eso es literalmente imposible.
La mayoría quisiera que cada gobernante en el poder les cambie sus malas costumbres, les quite el vicio, trabaje por él, trate bien a su mujer y a su familia, etcétera. Por esa razón la población se acomoda y cree las mentiras. Por esa misma razón los políticos saben que mientras las mentiras se acomoden a los deseos risibles de la población, más oportunidad tienen de ganar las elecciones para forrarse de dinero junto con sus financistas y otros compañeros políticos inmorales y, como se dice en Guatemala, le seguirán “viendo la cara†a la población, como en lo que se ha convertido, en un carrusel o rueda de caballitos sin fin. El saqueo constante solo cambia de turno.
Si los guatemaltecos no abren su mente, piensan y se enfocan en lo que verdaderamente se debe hacer, la esencia de la mala situación en Guatemala no cambiará para los guatemaltecos actuales o futuros. No pueden cambiarse las condiciones haciendo lo mismo. Piense estimado lector y cambie usted… por usted y por su familia y vivirá mejor. El político seguirá mintiendo.