Poco interés muestran los partidos políticos con relación al gobierno municipal de la ciudad de Guatemala, acaso porque consideran que el actual Alcalde tiene una ventaja muy marcada en las encuestas y porque se ha establecido como una realidad que pocos cuestionan la hegemonía que las fuerzas políticas de ílvaro Arzú mantienen sobre el Municipio más importante del país. Esa apatía, sin embargo, además de allanar el camino para una reelección del Alcalde o aun si él no participa para la elección de alguien de su entorno político, tiene el efecto de que evita el debate a fondo de los temas propios del desarrollo urbano y eso es inconveniente para todos.
Cierto es que el elector de la ciudad de Guatemala no parece interesarse mucho por las cuestiones de fondo de los temas vinculados con el urbanismo, porque en apariencia le bastan las decisiones más de tipo cosmético y superficial para emitir su voto, pero también es cierto que no hemos tenido la oportunidad de escuchar planteamientos que vayan más al fondo de los problemas y que nos obliguen a recapacitar, tanto a nosotros como a las autoridades que tienen grandes posibilidades de permanecer en sus cargos, sobre los desafíos que implica ese crecimiento desmedido y anárquico que se da en toda la región metropolitana.
La vida en la ciudad se vuelve cada día más compleja y difícil por la aglomeración de personas y sin planes de desarrollo que tengan verdadera visión de futuro, estamos construyendo una trampa que nos hará daño a todos, porque al fin de cuentas si no podemos encontrar facilidades para hacer más llevadera nuestra experiencia urbana, todos vamos a pagar las consecuencias.
Creemos que a estas alturas, luego de más de dos décadas de control del Municipio por la misma fuerza política (aunque haya cambiado de marca), conviene aprovechar la campaña electoral para generar un debate serio que nos permita replantear la visión que autoridades y vecinos tenemos de la convivencia en una ciudad. Es el momento adecuado para reflexionar sobre los grandes temas del desarrollo urbano, para pensar en el abastecimiento de agua, en el tratamiento de los desechos líquidos y sólidos, para encontrar respuesta a las dificultades de transporte y, en fin, para que como colectivo entendamos que vivir en la ciudad reclama de todos un alto nivel de compromiso. No podemos seguir viviendo en la anarquía y sin que ni siquiera entre las autoridades exista coordinación, por lo cual vemos que este momento electoral puede ser crucial para el futuro del país si logramos generar una seria y profunda discusión de nuestra realidad, de los retos que plantea y de las respuestas que debemos darle para propiciar un desarrollo urbano que nos facilite la convivencia. Ojalá los partidos políticos entiendan su responsabilidad aunque sólo sea para enriquecer un debate que a la larga a todos nos traerá beneficios.