Hace algunos meses me gané una tángana de comentarios por parte de los que supongo son miembros del medio artístico de Guatemala por mi artículo: “Artistas protestando por más pistoâ€. Pretendía hacer reaccionar a los artistas y deportistas, pero sobre todo a la población en general en el sentido de lo atroz que me parece que en estos dorados tiempos de inseguridad estemos exigiendo al gobierno ampliar los presupuestos de entidades que se dedican a malgastar y consentir actividades poco útiles.
En su lugar, es mi opinión, debiéramos de protestar por un mejor sistema de justicia y seguridad, rubros en los que no debemos de escatimar como lo hemos estado haciendo en los últimos años con tal de atender las mil quinientas cosas y tareas que tienen nuestras autoridades asignadas según la ley. Lamentablemente es correcto lo que más de alguno de mis críticos señaló en cuanto a que la Constitución de la República contiene, en una mezcla de carta a Santa y catálogo de productos, una retahíla de leyes que confunden derechos con aspiraciones y deseos.
Dicho esto quiero aclarar que, aunque no estoy de acuerdo, respeto el hecho que nuestro marco legal indique que el señor Estado es el encargado de velar por casi todo lo que el ser humano “necesitaâ€, ansía y quiere. No estoy de acuerdo porque en el proceso de otorgarle a unos los instrumentos musicales, las pelotas o las clases de teatro, necesariamente tomamos recursos producidos por alguien a quien por ejemplo, podría no interesarle esas actividades o simplemente tiene un mejor destino –mejor a su criterio por supuesto– que el que por ley le designan a sus recursos la “tómbola regalona†del señor Estado. Todo esto sin tomar en cuenta la parte no despreciable de los presupuestos que se va en mal manejo, corrupción y robo.
El caso del Ministerio de Cultura y Deportes es especialmente patético porque pocas como esta cartera se dedican a cosas que debieran de ser de la incumbencia de cada uno de los guatemaltecos y no de un abstracto colectivo que termina pagando los platos del desastroso sistema bajo el que vivimos. El lunes pasado en una noticia que me dejo perplejo, pude leer que el Ministerio de Cultura y Deportes por medio del acuerdo ministerial 767-2011 nombró al maíz “Patrimonio Cultural de la Naciónâ€.
¿¿¿El maíz patrimonio??? ¿Cómo es posible que sea necesario mantener un Ministerio completo con un presupuesto de Q356 millones al año para que produzca una estupidez de este calibre? Imagínese todas las horas, esfuerzo y recursos desperdiciados en estudiar, analizar y producir un acuerdo que declare Patrimonio Cultural el maíz. Piense a quién y para qué puede servir esta aberración legal, sino para desperdiciar más recursos en futuros estudios y programas que sirvan de sustento para más asesores y consultores vividores. No faltará en el futuro quienes empujados y alentados por curas socialistas, funcionarios oenegeros o ecologistas protesten contra la construcción de un proyecto hidroeléctrico, la exploración y explotación de minas o la construcción de una carretera por el “derecho†de defender el “Patrimonio Cultural de la Nación†señalando que destruirán unas cuantas cuerdas de milpa. Solo entonces nos daremos cuenta de lo costoso que puede ser llenar nuestro sistema legal de los deseos antojadizos de unos cuantos grupos de presión y convertir en “leyes†una serie de babosadas que van en detrimento de los verdaderos derechos individuales de cada guatemalteco.
Para este tipo de cosas, señores artistas, es que sirven los recursos que ustedes reclaman vehementemente. Suerte con lo de manejar la delincuencia y la justicia a base de cultura y arte. En serio lo digo, mucha suerte. No le pidan de comer a esa mano porque llegará el momento en el que su creatividad se verá comprometida y para entonces habrán perdido a su más preciado numen… la libertad.