Qué bonito se oye todo lo que los candidatos a Presidente prometen. Salud, seguridad, educación, desarrollo. Pero cuando una piensa en lo que eso significa, todo ese bla bla bla se ve distinto.
cnavasdangel@yahoo.es
Seguridad, ojalá no prometan hacerlo con inteligencia. Un bono salarial más, sería buenísimo, pero llevo años trabajando por contrato así que, me da igual si es el 15, 16 y 17…
La guardia nacional, huyyyyy, siempre que escucho “guardia†pienso en Nicaragua, así le decían ahí al Ejército en tiempos de Somoza –no sé si aún- y esos son recuerdos tenebrosos. La pena de muerte ¿Pero qué piensan? Si en Guatemala el sistema de justicia no funciona cómo creen que van a decidir por la vida de las personas: tin marín de dos pingué…
Más hidroeléctricas, ni Dios lo mande. A unos les conviene pero quienes viven cerca de estos megaproyectos siempre salen perjudicados.
Generación de empleo para erradicar la pobreza es algo interesante, siempre y cuando esos empleos no sean en realidad formas de enriquecer más a unos pocos y de explotar a muchos, digo por aquello de quien lo dice.
Un millón de viviendas…. Quisiera saber cómo o mejor dicho de dónde sacarían el dinero. Continuar con los proyectos sociales me parece bien, ojalá así sea, porque aunque muchos critiquen la Bolsa Solidaria, las Escuelas Abiertas y seguras y algunos salgan beneficiados, además de los que nos gobiernan claro, quienes viven en la extrema pobreza y viven en áreas de sumo peligro de verdad se han beneficiado.
Todo esto está bien si fuera cierto, pero ¿Quién les cree? Colom prometió a los afectados del Banco de Comercio pagarles lo estafado y luego no lo hizo. Prometió todo lo anterior y cada día al hojear el periódico o ver un noticiero más y más muertos van camino al Inacif o a los distintos cementerios del país.
Al final son palabras, palabras y más palabras. Es muy fácil levantar la mano y decir a voz en cuello “Yo prometoâ€, sonreír mientras la cámara nos capta y luego, luego nada. O mejor dicho a salir de las deudas, darles chance a los amigos, comer lo más caro del menú, vestirse de Saúl E. Méndez y ya no de pacas (como recordaran algunos funcionarios del casi difunto gobierno) y abrir una o varias cuentas en el extranjero. ¿Qué no! Total las palabras se las lleva el viento.