Pedagogí­a polí­tica


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Es inútil tratar de abstraerse de lo que ocurre en Guatemala en este perí­odo eleccionario, no podemos cerrar los ojos, desenchufarnos y fingir que no sucede nada.  Ni el más aplicado ataráxico, un devoto estoico, podrí­a haber alcanzado la virtud en estos dí­as.  Los anuncios florecen por debajo de la tierra y sin que uno quiera se siente atrapado.

Eduardo Blandón

 


Pues bien, dada la tragedia que se presenta: la incapacidad de librarse de esa imposición horrorosa de las elecciones (anuncios aquí­, propaganda allá), debemos buscar al menos alguna moraleja a los malos tiempos y rescatar lecciones, aprender de la adversidad.  Propongo algunos temas que pueden servir para la reflexión extraí­dos del desastre polí­tico que vivimos en nuestros dí­as.
 Tema número uno: aprenda a no mentir.  Jamás intente imitar a los polí­ticos que sin importar los medios acuden a las mentiras más sin gracia que se pueden escuchar: bono 15, idas al mundial, continuidad de las transferencias condicionadas, mano dura, pena de muerte y un etcétera lastimero.  Debemos recorrer la senda opuesta de los politicastros que nos circundan e inundan.  No mienta, no tiene por qué, la honestidad es más beneficiosa que el dolo.
Punto segundo: insista en rodearse de amigos honestos. Los polí­ticos venden el alma al diablo para conseguir sus fines, se asocian con sujetos de dudosa reputación y financian las campañas con capital mal habido.  Usted (nosotros) no sea igual, escoja a sus amigos y no incluya entre los selectos a gente que de manera sistemática prefieran el dinero a otras virtudes de valor.  Con los polí­ticos, como dirí­a san Pablo, ni se siente en la mesa. 
 En tercer lugar, no ayude NUNCA a los polí­ticos.  Ayudarlos (votar por ellos) es seguirles el juego, bendecir el sistema, compartir la miseria moral que embarga sus corazones.  Usted no es miserable, no tiene por qué sonreí­rles, saludarles ni darles abrazo.  Sienta que se contamina y saldrá marcado con la señal de la bestia (el 666, le aparecerá al siguiente dí­a al salir de la cama).  Lo invito, en la medida de las posibilidades a apagar el radio, cambiar de canal y, cuando pueda, cerrar los ojos en la calle.  Apague el canal polí­tico y trate de respirar aire puro.
No crea la publicidad que lo invite a ser mejor ciudadano (al modo de ellos) y provocando en usted sentimientos de culpa.  Piense que la democracia tal y como se presenta hoy, es una patraña exquisita financiada por los mismos polí­ticos –por el capital oscuro que se cuela por todas partes–.   Saque el mejor provecho, eso sí­, aún de los malos ejemplos.
 El carácter pedagógico de las elecciones, debe ir por la ví­a negativa.  Ser mejor, a partir de lo peor que presenta el medio.