Corriendo contra el tiempo y sin papeletas aún definidas, la campaña electoral entra en sus últimas tres semanas porque a partir de mañana, en tres domingos los ciudadanos estarán acudiendo a las urnas para “elegir†a su Presidente, a sus diputados y a los alcaldes y miembros de las corporaciones municipales. Tomando en cuenta que el cierre de campaña se produce anticipadamente, quedan entonces menos de tres semanas para que nos hagan propuestas concretas, coherentes y realistas sobre el futuro del país y de nuestras comunidades.
Ha sido sin duda la campaña más atípica de todo este período que algunos llamaron de transición a la democracia, pero que en el fondo fue el del secuestro de la democracia por los poderes económicos que financian a los partidos políticos. Unos hablan de la judicialización de la política, pero no mencionan que se llegó a eso por la perversión de la política que pretendió ignorar preceptos constitucionales que son ineludibles. Afortunadamente funcionó la judicialización como instrumento para evitar el atropello, pero eso no se admite y se usan argumentos torpes como el de fobias para explicar los numerosos incidentes legales de la campaña.
Tres semanas no es mucho si tomamos en cuenta que hasta ahora no han dicho realmente nada de fondo. No puede ser que la propuesta sea tan pobre y que los electores sean tan conformes sin reclamar claridad y, sobre todo, compromiso.
La mayor evidencia del poco respeto que se tiene, a lo mejor con razón, a la inteligencia de los electores es la propuesta que hacen quienes tras 25 años de estar al frente de algunas jurisdicciones, ahora vienen a ofrecer lo que no hicieron en esos cinco lustros. Y como la gente se los cree y se conforma, tenemos que terminar entendiendo que cada pueblo tiene a los políticos que se merece porque sólo así es que se puede materializar la expresión de que cada pueblo tiene el gobierno que merece.
Si creemos que democracia es ir a emitir el sufragio cada cuatro años para dar un cheque en blanco al electo, nos merecemos que nos lleve la tiznada cada cuatro años con la gente que se elige por ese pobrísimo criterio de los ciudadanos a la hora de practicar el único gesto democrático real que es el de meter la papeleta en la urna. Y luego a sentarnos a “esperar resultados†sin entender que debemos acostarnos para no cansarnos en la espera de algo que nunca llegará porque por enésima vez nos terminan viendo la cara de babosos. La gran interrogante es si nos merecemos o no los gobiernos que tenemos y que nosotros elegimos.
Minutero:
Nos llenaron de canciones
para no abordar los temas;
para hacer transformaciones
hacen falta muchas yemas