El 11/9 todaví­a supera la imaginación de los artistas


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Aunque han pasado 10 años, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 todaví­a superan la imaginación.

POR HILLEL ITALIE

«No creo que el arte pueda ‘competir’ con algo como el 11/sep», dijo Jess Walter, cuya novela posterior The Zero fue finalista para el Premio Nacional del Libro estadounidense en 2006. «Â¿Qué podrí­a ser más ní­tido que las imágenes de aquel dí­a, las hayamos visto en persona o por televisión? ¿Quién podrí­a filmar una pelí­cula tan ví­vida como lo que vemos al cerrar los ojos: la torre humeante, el cielo azul, el segundo jet que se inclina hacia la otra torre?»

Decenas de libros, pelí­culas y obras han narrado y analizado los ataques terroristas, sus causas, sus consecuencias tanto emocionales como culturales y polí­ticas. Las reacciones van desde el dolor discreto de la obra The Guys, de Anne Nelson, hasta el exitoso thriller cinematográfico Babel, de Alejandro González Iñárritu. Pero ningún personaje ficticio o historia inventada han penetrado en la mente como los sucesos mismos. Ninguna pelí­cula ha podido igualar el poder y el horror de las escenas borrosas del avión al estrellarse contra una de las torres gemelas o la foto de un hombre que cae de la otra torre.

El 11 de septiembre inauguró una nueva clase de miedo. Desde los sermones de los puritanos que arribaron en el siglo XVII, la imaginación estadounidense ha evocado a un dios iracundo, fantasmas de pecados, el holocausto nuclear, espí­as de la Guerra Frí­a, asesinos solitarios e invasiones de extraterrestres. Los ataques fueron una pesadilla de otra clase: planificados a miles de kilómetros; dirigidos no por un jefe de estado sino por un fanático exiliado; realizados no por profesionales sino por una banda de voluntarios suicidas.

Nuestros terrores son globales, como en Shalimar the Clown, de Salman Rushdie, una novela sobre un artista de la cuerda floja convertido en asesino y ambientada desde California a Cachemira. En Syriana, protagonizada por George Clooney y Matt Damon, historias paralelas incluyen a un consultor en energí­a en Ginebra, un agente de la CIA en Irán y migrantes desempleados en Pakistán. En Babel, protagonizada por Brad Pitt y Cate Blanchett, el destino de un pastor de cabras marroquí­ se entrelaza en el desierto con el de una mujer estadounidense de San Diego.

«Los estadounidenses tení­an esa vieja sensación de aislamiento e inviolabilidad, y el 11/sep fue el fin de la sensación irresponsable de que habí­an ganado la Guerra Frí­a», dijo Jonathan Galassi, presidente y director de la editorial Farrar, Straus & Giroux, que acaba de publicar The Submission, una novela de Amy Waldman sobre un estadounidense de origen paquistaní­ que gana un concurso para diseñar un monumento a las ví­ctimas de un ataque similar. «Y de repente aparecieron enemigos distintos, problemas diferentes que eran peores, mucho peores».

Penetrar en la mente de otro es una hazaña para cualquier autor de ficción, pero algunos han tratado de desentrañar los pensamientos de los extremistas. En The Last Days of Mohammed Atta, Martin Amis rastrea el fin de uno de los atacantes del 11/sep. Terrorist, de John Updike, comienza con las reflexiones de un adolescente musulmán ante las tentaciones de Occidente: «Estos demonios tratan de quitarme a mi Dios. Todo el dí­a, en la Escuela Secundaria Central, las chicas se contonean y se burlan y muestran sus cuerpos suaves y sus cabelleras seductoras».

Los crí­ticos discuten hasta qué punto los escritores han sido capaces de responder a los sucesos. Michael Rothberg, en la revista especializada American Literary History, escribió un ensayo titulado A Failure of the Imagination (un fracaso de la imaginación) en el que criticó a los autores por concentrarse excesivamente en sus propias emociones. En un ensayo de 2007 en Esquire, Tom Junod analizó Falling Man, de Don DeLillo y sostuvo que el autor habí­a descrito mejor el mundo pos11/sep en sus novelas pre11/sep White Noise y Mao II.

Falling Man, escribe Junod, «es la mejor demostración hasta el momento de que cuando los aviones se estrellaron y los edificios se derrumbaron, entramos en la ‘era de la no ficción’, en la que el periodismo está mejor capacitado que la ficción, incluida la de los escritores más dotados y ambiciosos, para aprehender lo que sucedió y, más importante aún, lo que está sucediendo».

John Freeman, director de la revista literaria Granta, cree que no existe un género artí­stico «capaz de comprimir una dinámica tan compleja en una sola narración o forma». Como Junod, reconoce que los periodistas «empiezan a aprehender el contexto amplio de esos sucesos y cómo son mucho más grandes que la ciudad de Nueva York u Osama bin Laden». Pero también defiende Falling Man, la novela breve de DeLillo situada en el mismo lugar y dí­a, por ser «el único libro que captura el ojo de la tormenta».

«Todo lo demás que he leí­do o visto busca la redención o algún sentido», escribió Freeman en un correo electrónico. «Con su estilo inquietante y fantasmagórico, con esa triste historia de gente que trata de llegar a su casa después del suceso y no lo consigue, Falling Man es el único libro que tiene el valor de recordarnos que no hay manera de encontrarle un sentido a semejante trauma».

John Duvall, profesor de inglés en la universidad Purdue, elogia Falling Man y The Zero por ser pertinentes desde el punto de vista social y polí­tico, y cree que el 11/sep afectó a tanta gente de tantas maneras distintas que ningún libro puede abarcarlo todo.

«Es como preguntar qué escritor resume mejor la vida y cultura de los afroestadounidenses», escribió en un correo a la AP. «No existe una cultura afroestadounidense monolí­tica, y yo creo que no existe un sentimiento monolí­tico estadounidense frente al 11/sep. Y aunque lo hubiera, no serí­a el mismo que en 2002».

Algunas narraciones son anteriores a los sucesos o no los mencionan de manera directa, tales como «White Noise», de DeLillo, una novela de 1985 que narra un desastre, o «The Plot Against America» de Philip Roth, ambientada en los Estados Unidos de los años 40 pero en la que muchos ven una advertencia sobre la era pos11/sep. Los ataques están tácitamente presentes en «Freedom» de Jonathan Franzen.

Mohsin Hamid, cuya novela «The Reluctant Fundamentalist» es la historia de un inmigrante paquistaní­ y el fracaso de su sueño americano, cree que «Charlotte’s Web» (La telaraña de Charlotte) es ideal para los lectores contemporáneos.

«Es un relato totalmente ficticio, pero increí­blemente honesto sobre la inevitabilidad de la muerte, su naturaleza cí­clica, el hecho de que es triste y el hecho de que se lo acepta», dijo acerca del clásico infantil de E.B. White.

«Si yo tuviera que recetar un libro sobre el 11/sep, sin duda ‘Charlotte’s Web’ estarí­a entre los primeros de la lista. En las sociedades seculares occidentales el discurso sobre la muerte ha sido relegado a la religión. Yo creo que deberí­amos colocar ‘Charlotte’s Web’ en el centro y decir, ‘vean, debemos aceptar que vamos a morir y que se requiere un poco de valor»’.