Por razones de trabajo me encuentro de viaje por la República Popular China. El itinerario de mi viaje me llevó a Guangzhou, Cantón, según las lenguas occidentales, enorme ciudad de la provincia de Guangdong al sur de China continental, provincia que cuenta con más de 177,000 kilómetros cuadrados de territorio y población que según algunos sobrepasa los 90 millones de habitantes residentes o habituales y entre 20 y 30 millones de habitantes itinerantes, viajeros, trabajadores, hombres de negocios, etc., que contribuyen a formar una populosa provincia y metrópoli, en la que casi todo confluye, llena de contrastes, rascacielos, fábricas, tradiciones y energía por dondequiera que se vea.
Llegamos a Guangzhou procedentes de Hunan, provincia de artesanos y artistas, distante 700 kilómetros hacia el centro de China, trayecto que recorrimos en un tren bala de última generación en 2 horas y veinte minutos, para luego llegar a la estación central del tren y hacer 2 horas y media en el metro de la ciudad, tratando de recorrer no más de 25 paradas hasta nuestro hotel. Un viaje que en sí es un poco el reflejo de China, un poco el reflejo de Guangzhou; la tecnología, el modernismo, el mar de gentes, la vida corrida y ajetreada se cruza en el destino de todos y hace que las distancias largas se vuelvan cortas y las cortas se hagan eternas. Guangdong, la provincia, es conocida como la fábrica de China y China a su vez como la fábrica del mundo, proceso interesante de transformación de una sociedad con producción eminentemente agrícola que en 50 años pasó a una industrial que no para de producir por dondequiera que se vea y que le ha llevado a tener un PIB per cápita de más de 37 mil yuanes (6.30 yuanes por dólar americano).
Guangzhou se encuentra construida sobre el Río de las Perlas, conocido así por una isla de piedra que por un capricho de la naturaleza ya no es más una isla, pues quedó en tierra firme tras un cambio del cauce del río, cuyo delta mismo contiene sin duda una de las zonas más ricas económicamente hablando del mundo, pues sus aguas discurren hasta Hong Kong y Macao, conformando un verdadero triángulo de oro en Asia. Sin duda su ubicación geográfica y su importancia histórica, sirvieron de razón para que la ciudad y la provincia hayan sido blanco a través de la historia de invasiones, desde piratas árabes y persas que saqueaban la ciudad, hasta ingleses y japoneses en las famosas guerras del opio y la Sino – Japonesa.
Pero sobre todo Guangzhou representa la pujanza de China, es una más de sus perlas; así como Shangai es su vitrina al mundo y Hong Kong su corona reconquistada, Guangzhou es su motor, un motor que no para de producir y que nos hace pensar en qué hacer para poder coexistir como nación, produciendo y comercializando algo ante semejante dimensión y capacidad. Sin duda un difícil reto para Guatemala, pequeña olla de cangrejos muy muy a la distancia de Guangdong.