La absoluta anarquí­a



Creemos que si se pretende buscar elementos que sirvan para diagnosticar la situación de una sociedad, el comportamiento del tránsito puede ser un indicador adecuado para sacar conclusiones válidas. Un paí­s de leyes, donde se respeta la autoridad y, sobre todo, el derecho ajeno, se caracterizará por conductores respetuosos de las normas y corteses en el trato con sus semejantes.

Por el contrario, aquellas sociedades que se caracterizan por la barbarie, el irrespeto a la ley y a los derechos ajenos, tienen un tráfico caótico y peligroso en el que cada quien hace lo que le da la gana porque está seguro de que sus abusos no serán sancionados.

Y si el tráfico puede ser un indicador para medir el nivel de salud mental y de civismo en una sociedad, el caso de Guatemala es extremo porque en pocos lugares del mundo hay tanto irrespeto a las normas como en nuestro paí­s, al punto de que el peligro se multiplica por esa ausencia de responsabilidad en cuanto al cumplimiento de las normas elementales. Y lo peor de todo es que aumenta el número de agentes de la Policí­a Municipal de Tránsito pero sin que ello se traduzca en mejores condiciones porque lamentablemente la impunidad también se refleja en la ausencia de sanciones adecuadas para los infractores.

Creemos que nuestra normativa en materia de tránsito es muy floja y que no existen sanciones adecuadas pero también reconocemos que no se trata sólo de elevar los castigos, sino de garantizar que los mismos serán impuestos a los infractores. Hoy en dí­a, especialmente los conductores del transporte colectivo y de vehí­culos pesados, saben perfectamente que pueden salirse con la suya porque contra ellos no existe poder humano capaz de exigir el respeto a los derechos del resto de conductores.

La Municipalidad publicita ahora la implementación de mecanismos sofisticados para medir la velocidad de los vehí­culos y documentar hasta con fotografí­as cuando alguien incurre en excesos de velocidad, pero la sensación que deja la polí­tica municipal en materia de tránsito es que lo más importante para las autoridades son las multas y no tanto el tema esencial de mejorar el sistema para que sea más seguro y menos hostil.

Reconocemos que buena parte del problema tiene que ver con educación vial, porque nuestros conductores son no sólo abusivos sino en muchos casos ignorantes, pero no vemos el menor esfuerzo para atacar ese problema. Hasta podrí­a pensarse mal en el sentido de que para algunos municipios el tema de la anarquí­a vial es un buen negocio porque es fuente de ingresos por concepto de multas, debido a lo cual no hay planes para atacar el problema de fondo como corresponde. Pero diariamente se pierden bienes y hasta vidas por esa ausencia de una polí­tica para corregir el mal.