La ciencia de la compasión


Aunque pueda parecer una utopí­a, es necesario tratar de cambiar la situación en que vivimos que ya llega al limite; el biólogo francés y monje budista Matthieu Ricard, sostiene que la felicidad no es una sucesión interminable de placeres que terminan por agotamiento, sino una forma de ser. Y si es así­, ¿no deberí­an nuestros hijos aprender a ser felices, y también a ser buenos? Según el estudioso, uno de los grandes problemas del individuo es el EGOISMO, siendo un sentimiento negativo en la mente de la persona, el que se va cultivando y que no le permite ver al prójimo como a un ser humano; el cientí­fico ha realizado una investigación de la neurociencia contemplativa, lo que le ha llevado a concluir que la compasión no debemos analizarla solamente como objeto de estudio en lo interno del ser humano, sino como la «Conciencia de la Ciencia » que vele por el bien de la misma en todas sus aplicaciones; por ejemplo, los descubrimientos que el hombre realiza bien puede utilizarlos para hacer el bien o el mal, porque según él somos interdependientes de la sociedad en que vivimos, por lo tanto debemos transformarnos en una sociedad más compasiva, para evitar que los descubrimientos sean utilizados por el ser humano para su autodestrucción.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

Es muy interesante cómo nos da una lección de transformación de nuestros propios sentimientos para lograr lo que llama «Libertad Interior», la que define cómo eliminar los sentimientos negativos: egoí­smo, odio, celos arrogancia, que nos hacen seres viles, pone como ejemplo, y tiene mucha razón, la actual crisis financiera que vive la sociedad en general, esta crisis no existirí­a si el ser humano no fuera en exceso codicioso, no realizarí­a actos que al haberlos llevado a cabo constantemente tienen a todos los paí­ses pendientes de un hilo para caer en crisis más difí­ciles de resolver.

La tierra cuenta con muchas riquezas naturales que el individuo no ha sabido valorar, lo que ha llevado a ver en las noticias escenas dantescas, ya sea producto directo de la mano del hombre, o producto indirecto, producto directo es el terrorismo que se está viviendo en Guatemala, producto indirecto es el que por intereses personales o de grupo, se destruyan riquezas naturales que lo único que traen a la humanidad son catástrofes, porque la tierra está viva y se resiente, y reacciona llevando a los paí­ses a situaciones lí­mite, los casos de Haití­, Guatemala, y otros son paradigmáticos; en el primer paí­s a un año del terremoto no se ha logrado iniciar la reconstrucción. ¿Dónde está el dinero de los donantes? No se sabe, lo único cierto es que siguen muriendo haitianos, y en Guatemala, pasa el Mitch, después el Stan y la reconstrucción no existe, principian las clases, y no están preparadas las escuelas, la inseguridad campea por el paí­s y nadie parece tener la voluntad para detenerla, porque todos y todas estamos muy preocupados/as en nosotros mismos, y no nos importa el vecino.

Ricard plantea que la solución más viable se encuentra en la educación, ya que debemos convertir a los niños y jóvenes en seres humanos buenos, asegura que no basta llenar el cerebro con estudios e información, si no se desarrolla en ellos calidad humana, debemos dar contenidos académicos y humanos, porque de otra forma lo único que estamos formando son herramientas de inteligencia y tecnologí­a, que sin una base sólida con sentimientos positivos, pueden ser utilizados para el mal, las herramientas que menciona son diversas, y se deben inculcar tanto en el hogar como en los centros educativos.

En el viaje en búsqueda de la compasión para mejorar la convivencia, se menciona a Herberth Spencer, quien dijo: «Al débil y entupido de la raza se le debe dejar morir, de modo que el fuerte pueda sobrevivir y la raza humana fortalecerse». Este pensamiento fue desechado, pero sirvió para el exterminio de millones de personas. ¿Cuántos guatemaltecos no han actuado bajo esta premisa?

Se hace necesario incorporar la compasión no sólo como objeto de estudio, hay que darle el lugar que desde hace más de 2000 años en la tradición Bon tibetana tení­a, grandes maestros ya que transmití­an este profundo conocimiento, y dejar muy claro que la compasión es la Conciencia de la Ciencia, que debe velar por la buena aplicación de ésta en todas sus manifestaciones, no es posible que sigamos basando todo en lo material, principalmente el dinero. Hay que profundizar en el ser y en el sentir. Debemos enfocarnos en la serenidad, la armoní­a y la compasión hacia todo y todos.

Cualquier herramienta que nos sirva para controlar la mente puede proporcionarnos un estado de calma adecuado que, a su vez, nos permitirá decidir cuándo nuestra elección de vida será de compasión o de egoí­smo, sin olvidar que no estamos solos ni solas, y solamente la libertad interna nos dará la sabidurí­a de elegir el camino que nos haga mejores personas para nuestro yo interno y el de los demás.