Cuando se gana la elección para el cargo de Presidente de un país, se debe tener claro de antemano que solo se puede aspirar a resolver un par de problemas de la complejidad social. Quien piense que se puede cumplir el listado de ofrecimientos de campaña electoral que se enarbolan para ganar el puesto se equivoca. No alcanza el tiempo por un lado, deseable sería rediseñar los períodos de ejecución institucional como el de la Presidencia, ni tampoco existen las condiciones en términos de voluntad política de los otros actores. Se intuye entonces que la Presidencia también impone el reto de orquestar a los que tocan desafinado para armonizar la política social y económica. El Plan de Gobierno de hecho solo adquiere verdadero sentido estratégico si se le concibe como un instrumento del proyecto político específico, que orienta y conduce la política gubernamental. Una cosa es lo que se ofrece y otra es lo que se puede hacer, pero otra muy diferente es lo que dejan hacer. Sirvan estas ideas para las falsas ilusiones electorales que se aproximan.
En una sociedad como la de Guatemalita, en la que todo parece que está por empezarse, o todo está sin terminarse, resulta clave tener en cuenta aquella mirada pragmática para saber sortear en un escenario de débil institucionalización política, en la cual los partidos no son partidos, los medios de comunicación persuaden e imponen agendas y el poder de la oligarquía es mustio y avasallador. El tercer informe del presidente Colom resalta y presenta de manera sistematizada el balance de la ejecución gubernamental del año que terminó, instrumento de utilidad en sí mismo para una mirada de mayor profundidad y detalle, es el resumen de la implementación del plan de gobierno, es lo que se ofreció. Ahora bien, es evidente que aquellos dos o tres problemas que el proyecto político de la Administración Colom se dispuso abordar como prioritarios son: la pobreza, para lo cual se implementó el programa de Cohesión Social de transferencias condicionadas del que hay que decir, marcará un antes y un después en este tipo de acciones, es el proyecto insignia que con avidez fue implementado y aprovechado. Segundo, la inseguridad e impunidad, problema igual de desbordante que la pobreza pero con desafíos que imponían una correlación desde el Estado y no solo desde el Gobierno, esto aplica también para los detractores u opositores, incluidos medios, oligarquía, los no partidos y la sociedad en su conjunto. De este problema, el Gobierno no concebía su dimensión y hoy está salido de cauce por completo, dejando ahogado aquel eslogan de combatir la violencia con inteligencia. El tercero fue la política fiscal y la falta de recursos que financien el Estado, para lo cual se alardearon varios intentos de reforma tributaria que dieron al traste por mala estrategia política, pero sobre todo por la estrechez del poder oligárquico. Entonces de lo que se ha podido hacer, el balance es un uno de tres faltando menos de un año para el recambio, pero conviene hacer el matiz de por lo menos tres circunstancias que han afectado la gestión de Colom directa o indirectamente. Los desastres naturales que empezaron con Agatha, consumiendo recursos para otros destinos; el caso Rosenberg y las aspiraciones neogolpistas de los de blanco que causaron falsa desestabilización; y el tercero las desavenencias entre el capital oligárquico, el emergente y el oscuro que cayeron en su propia trampa, evidenciándose limpieza social desde el Estado (Vielman y demás huestes); y finalmente la expansión regional de la operación del narcotráfico, con la subsecuente pugna entre carteles. Ahora bien, los problemas atacados están vigentes para este gobierno y lo estarán para muchos otros que vengan, lo novedoso y retador serán los proyectos creativos que se impulsen para apañar aquellas dificultades estructurales, pero el arte de la cosa será, orquestar, convencer, persuadir, invitar y obligar si es necesario, a aquellos que no dejan hacer en salvaguarda de su interés privado y corporativo, todo esto en un escenario en el que sigue sin concebirse y edificarse el Estado pleno.