En el anterior escrito – número XII –, informamos cómo el grupo estudiantil de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Guatemala, había iniciado una serie de actividades para cambiar la situación de opresión y falta de derechos y libertades en la Universidad, paso previo para hacerlo en el país y lograr la deposición del tirano, Presidente de la República, general Jorge Ubico. En este artículo relataremos otras acciones cívico-políticas de los escuilaches. Por ejemplo, eventos culturales y de importancia histórica, como uno sobre la vida de Simón Bergaño Villegas, quien no obstante alegaba en tiempos de la Colonia, la liberación económica del Reino de Guatemala. Y, en otra oportunidad, exaltaron a Cordobita, parlamentario fogoso y muy valiente, de la época de la Independencia, con el objeto de ridiculizar a los diputados en el régimen ubiquista, postulados por la voluntad del Señor Presidente, quienes votaban conforme a las instrucciones que les daba el señor Presidente de la República.
Y, posteriormente, los escuilaches dialogaron con los alumnos del Instituto Nacional de Varones, de educación media y de la Escuela Normal, que preparaba a los maestros de educación pública, quienes estaban descontentos, porque les habían militarizado. Asimismo, entablaron relaciones cívicas y patrióticas con las alumnas del Instituto Belén y también con docentes de dichos centros de estudios. El objetivo era inculcarles a estudiantes y docentes, varones y mujeres, valores cívicos y democráticos y generar en ellos y ellas voluntad política para erradicar el humillante servilismo imperante y pasar, como lo dijo Manuel Galich: «Del pánico, al ataque».
En la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, los mismos escuilaches, decidieron rendirle homenaje a un prestigioso catedrático e intelectual (poeta y novelista), Flavio Herrera — El Tigre—, acto durante el cual otro excepcional maestro, Alfonso Orantes, exclamó indignado por la abyección del sistema dictatorial: «… En Guatemala no nos queda más que el encierro, el destierro o el entierro». Apotegma que encendió en el país, particularmente en la juventud, el fuego que arrasaría el vetusto régimen.
Lograda esa intercomunicación estudiantil e incluso con militares jóvenes, las protestas de inconformidad se hicieron públicas y el Magisterio organizó la manifestación pública del 25 de junio de 1944, encabezada por maestras, que fue disuelta cruelmente por el cuerpo de Caballería del Ejército, habiendo perdido la vida la maestra María Chinchilla, ejecución extrajudicial que hizo montar en ira a la población a tal grado que el déspota, temiendo una insubordinación nacional, decretó la suspensión de las garantías constitucionales. Pero, en la capital, más que el temor a la represión privó el furor contra el gobierno, al punto que algunos personajes de la clase alta de la sociedad redactaron el documento llamado » De los 311″, por ser el número de ciudadanos que los firmaron, en el que se le pedía al presidente Ubico, revocara la suspensión de garantías. Casi todos, adultos mayores o adultos y quizás el único joven de los 311, suscriptor fue quien este articulo escribe.
Documento que llevaba la firma del médico privado del presidente Ubico, Dr. Mario Wunderlich. Ubico, por teléfono, se comunicó con su médico y le dijo: «Mario, te han falsificado la firma». Wunderlich, le respondió: » No, Jorge, creo que ya es hora que dejes la Presidencia de la República»: Y Ubico renunció. Nunca se ha sabido si fue la causa de su retiro u otra que se ignora (continuara)