No llegan recibos del IUSI


El alcalde metropolitano y sus voceros oficiosos dicen linduras acerca de la utilización extendida hecha con los ingresos del impuesto único sobre inmuebles (IUSI). Para retribuir a miles de contribuyentes con obras de beneficio colectivo. Tengo duda por cuanto existen áreas donde no llegan los trabajos, distan del principio de ecuanimidad, sin excusa ni pretexto.

Juan de Dios Rojas

Supongo que el espí­ritu que animó a sus creadores e impulsores al dejar que las municipalidades debidamente implementadas puedan captar esos recursos, asimismo el logro del incremento de sus arcas, fue una conquista. Es un clamor público a fin de que se hagan buenos manejos, con transparencia, y además estén a la vista cómo son llevados a cabo, ajenos a politiquerí­a.

La mayorí­a de propietarios de bienes inmuebles afectos por el tributo, en concordancia con patrones de conducta están inconformes, pero al final el impuesto tiene esa acción forzosa, no hay para donde. Saben del completo engranaje integrado, causante del crecimiento de personal, dizque a fin de mejorar los servicios. No hay tales carneros, la persistencia irregular es manifiesta, de consiguientes el embrollo se agiganta.

Si el referente es la ciudad capital, el proceso hace de las suyas, lejos de ofrecer facilidades al contribuyente, le complican y hacen enfadoso su cumplimiento. Similar a que lo nuevo busca acaparar atención e interés, como escoba nueva barre bien. El paso del tiempo es una rémora. Al principio hací­an llegar al domicilio un recordatorio de pago y recibo a la vez.

Tal procedimiento sigue en sus trece. Hago la cuantificación al respecto y concluyo subrayando que continúa llegando a contribuyentes afortunados. En el sentido que por intermedio de mensajeros, repartidores en buen chapí­n, a veces se descontinúan. Sale a luz cómo la buena administración presenta el grato rostro de puntualidad, eficiencia y coordinación exitosa.

Lástima grande no sea verdad tanta belleza; el otro lado de la medalla es distinta en el amplio término de la palabra. En el escenario hay lamparones oscuros, demeritadores de la confianza, que devienen de filtraciones adversas al grupo tributario que lo consideran de segunda categorí­a. En sí­ntesis los recibos del IUSI no llegan a ciertos domicilios, entre ellos el mí­o.

Por más de un año la irregularidad no cede. Situación de peso que genera suspicacias de rigor. Que fuese una ocasión admito este reprobable asunto que saca de sus casillas hasta el más sereno de los mortales. Sin embargo, la prolongada irregularidad sigue campante. Luego uno busca y rebusca cuál será el generador del error garrafal, tipo genuina irresponsabilidad.

Asumo que el culpable tiene que ser el grupo heterogéneo de repartidores, atribuyo nos eliminaron del papel de receptores, y principalmente de cumplidos contribuyentes del IUSI. Llueve, truene o relampaguee, nos ingeniamos cómo acudir a pedir copia a la Minimuni, Metronorte zona 17, y eventualmente por medio de internet. Viajes, hacer fila y demás vainas.

No peco de contribuyente exigente, pero si existen procedimientos normales usuales si se quiere, en marcha con miras precisamente a brindar facilidades a quienes tributamos a nivel del IUSI, pues que se vea. Lo menos por hacer es ejercer un estricto control del personal que les viene jugando la vuelta. A semejanza de antiguos carteros del Correo quienes botaban las tarjetas navideñas.

En resguardo de la seriedad y prestigio de entidades de gobierno estatal, o municipal conviene redoblar medidas para eficientizar los servicios. Al amparo del derecho de petición, sean enderezados los entuertos, hoy más que nunca cuando tienen a la mano fondos cómo superar esas fallas, las que en suma constituyen ocasionar casos y cosas adicionales, también viscerales.

Es la mar y sus arenas abundan acaso en asuntos escapados de las manos del Palacio de la Loba. Reitero, la paciencia se acaba y obliga a externar los despropósitos cada trimestre del año. A tiempo se tienen que enmendar los errores. De lo contrario esto llegará a ser el verdadero polvorí­n que afecta sobremanera al contribuyente, urgido de atención.