Los pobladores de Brisbane, la tercera mayor ciudad australiana, comenzaron hoy una larga espera para que las aguas bajen y dejen ver la devastación que causaron, mientras río arriba soldados buscaban a posibles víctimas en pueblos arrasados y un funcionario comparó la magnitud del desastre con la secuela de una guerra.
Las inundaciones, uno de los peores desastres naturales de la historia australiana, dejaron camiones con acoplado partidos por la mitad, bases de cemento donde antes había casas y hasta un coche colgado de un árbol.
La lenta inundación de Brisbane durante la noche, transmitida en vivo por televisión a una nación azorada, fue un momento clave en las inundaciones que llevan semanas desde que comenzaron a caer las lluvias en el noreste tropical del país.
La emergencia no se terminó, pero Brisbane se salvó de los que se había pronosticado como un anegamiento aun peor que el de 1974, que destruyó gran parte de la ciudad.
El total de muertos desde noviembre seguía siendo de 25, incluido un hombre de 24 años que murió en Brisbane después de ser arrastrado a un drenaje de lluvia por las aguas fangosas, según el gobierno. Las autoridades esperan encontrar más cadáveres río arriba cuando logren llegar a los poblados pequeños arrasados en forma repentina el lunes.
Las aguas comenzaron a bajar el jueves tras alcanzar un metro (tres pies) menos que la inundación de 1974. Aún así, 30.000 viviendas y negocios seguían anegados, muchos hasta el techo. Los rascacielos del centro permanecían cerrados por segundo día y miles de personas seguían en los albergues para evacuados o con amigos y familiares en terrenos altos.
«Queensland está tambaleante esta mañana tras el peor desastre natural de nuestra historia y posiblemente de la historia de nuestra nación», manifestó la primera ministra Anna Bligh, visiblemente conmovida.
«Hemos visto a tres cuartos de nuestro estado afectado por la devastación de las violentas aguas y ahora enfrentamos la tarea de una reconstrucción de proporciones similares a la posguerra», agregó.
Las inundaciones en el estado de Queensland han sumergido a docenas de pueblos, algunos en tres ocasiones y cubrieron un área del tamaño de Francia y Alemania juntas. Autopistas y vías ferroviarias han sido destruidas en el desastre, que amenaza con ser el más costoso de Australia: los daños se estimaban en 5.000 millones de dólares antes que el agua llegara a Brisbane.
Al menos 61 personas siguen desaparecidas, la mayoría en el área de Toowoomba, ciudad al oeste de Brisbane arrasada por torrentes de agua que barrieron vehículos, señales de caminos y personas. Catorce personas murieron allí, incluidas dos cuyos cadáveres aparecieron el jueves.
El vicecomisionado de policía Ian Stewart advirtió que el número de víctimas podría aumentar conforme las cuadrillas de rescate llegaran a áreas más devastadas. «Tenemos que prepararnos para más malas noticias», dijo.