Relatos de horror por aludes


Algunas personas no pudieron escapar de los aludes de lodo en Teresópolis, Rí­o de Janeiro. FOTO LA HORA: AP Felipe Dana

Historias de horror, de viviendas arrastradas por muros de tierra y agua en las poblaciones de montaña al norte de Rí­o de Janeiro, relataban el jueves los sobrevivientes que incluso excavaron frenéticamente con las manos para alcanzar a personas atrapadas.


Socorristas aún continúan trabajando para rescatar personas. FOTO LA HORA: AP Felipe Dana

Por lo menos 355 personas murieron en tres poblaciones del estado de Rí­o y 50 seguí­an desaparecidas, dijeron funcionarios. Las inundaciones y los aludes mataron a otras 21 en el vecino estado de Sao Paulo y 13 en el de Minas Gerais.

«Parecí­amos zombis cubiertos de barro, cavando en la oscuridad», dijo Geisa Carvalho acerca de los minutos que siguieron a los aludes, alrededor de las 3 de la mañana en Teresópolis.

Su madre, Vania Ramos, dijo que las despertó un tremendo rugido cuando toneladas de tierra sobre su vecindario se deslizaron sobre un muro de granito. No habí­a luz, pero el resplandor de los relámpagos les permitió ver un torrente de barro y agua que pasaba a metros de su casa, así­ como los restos de casas vecinas arrastrados por la ladera.

«No tengo palabras para describir lo que he visto», dijo Ramos al iniciar una marcha de ocho kilómetros hacia el centro de la ciudad en busca de comida y agua. «Muchos amigos nuestros están muertos o desaparecidos. Hay gente que tal vez nunca la encontraremos».

Carvalho y Ramos dijeron que salieron corriendo de su casa segundos después del torrente y, junto con sus vecinos del barrio Caleme, se pusieron a cavar con las manos y algunos palos en busca de vecinos. Hallaron rápidamente a una familia de cuatro enterrada bajo los escombros de su casa, en tanto el bebé de dos meses de otro vecino fue arrastrado con todo y cuna y aún no lo habí­an encontrado.

Casi todas las casas del vecindario fueron arrastradas hasta el fondo de un barranco. Caños retorcidos estaban enredados en los árboles, ropa de niños cubrí­a el terreno y por todas partes habí­a troncos de árboles enormes apilados como mondadientes. Las calles eran rí­os de agua lodosa bajo una lluvia ahora ligera.

Unos pocos rescatistas pudieron llegar el jueves a su barrio, provistos apenas de algunas palas y machetes para buscar sobrevivientes. Los vecinos dijeron que no tení­an alimentos, agua ni medicinas y muchos iniciaron la larga marcha al centro de Teresópolis en busca de ayuda.

Estos desastres, que se producen casi todos los años durante la estación lluviosa del verano, castigan sobre todo a los pobres, que viven en casas precarias sobre laderas abruptas, las que suelen carecer de cimientos.

La Defensa Civil de Rí­o informó en su página de internet que hubo 159 miertos en Teresópolis, 160 en Nova Friburgo y 36 en Petrópolis.

Las morgues no daban abasto y algunos cadáveres fueron tendidos en las aceras, cubiertos con frazadas.

«Parecí­amos zombis cubiertos de barro, cavando en la oscuridad.»

Geisa Carvalho

Afectada