El gobierno del presidente ílvaro Colom ha sido, durante sus primeros tres años, no una socialdemocracia con «rostro maya», o rostro xinca, garífuna o ladino, sino una socialdesgracia que ha tenido el rostro de Ahalmez y Ahaltocob, señores de Xibalbá, obradores de catástrofe. Tampoco ha sido una socialdemocracia con «olor a tamal de maíz». Ha sido una socialdesgracia con olor a una planta tóxica, como el explosivo «pepinillo del diablo», o «Ecballium elaterium».
Han sido tres años durante los cuales la criminalidad ha encontrado una extraordinaria oportunidad para expandirse jactanciosamente, y exhibir sus mejores proezas de asesinato, secuestro y robo. Y la manifiesta abstención del gobierno del presidente Colom de contener, por lo menos, esa impetuosa criminalidad, ha equivalido a una impune aprobación.
Han sido tres años durante los cuales ha estado ausente aquella «inteligencia» con la cual el candidato presidencial ílvaro Colom prometió combatir la criminalidad. Esa «inteligencia» ha estado ausente como si alguna misteriosa modestia la obligara a ocultarse; pero la criminalidad ha estado presente como si un licencioso orgullo la obligara a manifestarse. La criminalidad no ha sido combatida ni con inteligencia ni con estupidez, sino cortésmente invitada a prosperar.
Han sido tres años durante los cuales la corrupción se ha renovado con ambiciosa creatividad, para invadir más instituciones gubernamentales, aprovechar insospechados rincones de la administración pública y multiplicar el robo de recursos del Estado. Es una corrupción de magnitud tal, que la administración gubernamental se ha convertido en una delictiva fábrica de riqueza.
Han sido tres años durante los cuales, so pretexto de socorrer con dinero a los más pobres, el gobierno del presidente Colom se ha especializado en preparar al partido oficial para competir en el próximo proceso electoral. En esa preparación, cientos de millones de quetzales han sido holgadamente repartidos entre quienes, sean o no sean pobres, están empadronados y prometen su voto. El gobierno del presidente Colom ha consistido precisamente en una campaña electoral, financiada con dinero del tesoro público.
Han sido tres años durante los cuales la economía ha sufrido una cuantiosa represión causada por la incertidumbre jurídica, la amenaza de un aumento de impuestos y la oficialmente permitida, y hasta autorizada e incentivada, inseguridad pública. Algunos de los peores efectos de esa represión han sido la cesantía laboral y el incremento del costo de producción, intercambio y consumo de bienes. Y si ha habido alguna prosperidad económica, la ha habido a pesar del adverso gobierno del presidente Colom.
Han sido tres años de vicioso incremento de deuda pública; y de carreteras destruidas, y de espléndido derroche del dinero del Estado, y de progreso de la criminalidad policial, y de enfermos que mendigan medicinas en hospitales públicos, y de niños que se educan en ruinosos edificios escolares, y de suntuoso turismo presidencial, y de gratificante premiación de patrocinadores financieros electorales, y de exhibición de ineptitud, negligencia e irresponsabilidad. Han sido tres años del peor Presidente de la República en la historia de Guatemala, cuyo último momento de gobierno debería ser seguido por su primer momento de perpetua prisión.
Post scriptum. Cualquier discurso del presidente Colom ofende mi razón, agrede mi intelecto, suscita mi abominación, fatiga mi cólera y me impone maldecir la democracia.