El diplomático chileno José Miguel Insulza, actual Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, OEA, se encuentra en el ojo del huracán, a raíz de las declaraciones que formuló la semana pasada criticando agriamente los poderes especiales concedidos al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por la Asamblea Nacional (Parlamento), a través de la llamada Ley Habilitante para hacer frente a la emergencia derivada de las copiosas lluvias de los últimos meses.
Insulza puntualizó que esos poderes son completamente contrarios a la Carta Democrática Interamericana del año 2001 y dijo creer que probablemente la OEA analizará pronto el tema, aun cuando ningún estado miembro lo ha solicitado.
La Ley Habilitante otorga al presidente Chávez la facultad de gobernar por decreto durante un período de 18 meses, dado que Venezuela ha sido duramente golpeada por la tragedia climática, pues los fuertes aguaceros dejaron una estela de muerte y destrucción. Miles de personas quedaron sin vivienda, además de derrumbes, inundaciones, daños a la agricultura y a la infraestructura del país. Según algunas estimaciones, son más de 100 mil personas las afectadas por la emergencia.
Coincidentemente, las críticas del Secretario de la OEA estuvieron en consonancia con declaraciones en la misma línea del gobierno de Estados Unidos.
El presidente Chávez rechazó las críticas y dijo que «es un pobre vocero del imperio». Agregó que «no van a poder debilitar el prestigio y la autoridad que tiene Venezuela en el concierto internacional y que son expresiones intervencionistas en los asuntos internos de Venezuela.»
Por su parte, la Asamblea Nacional de Venezuela (Poder Legislativo), repudió ayer las críticas del Secretario General de la OEA. El Presidente de ese organismo, diputado Fernando Soto, consideró que la ley se apega estrictamente a la emergencia que vive ese país sudamericano.
Las declaraciones de Insulza no sólo fueron inoportunas, sino que constituyen una clara injerencia en los asuntos de la política interna de Venezuela.
Además, se prestan a considerar que responden a presiones de la ultraderecha de los Estados Unidos y representan un atentado contra la soberanía de Venezuela.
El papel, en este caso, del Secretario de la OEA, no sólo es muy triste, sino contribuye a aumentar el desprestigio que rodea a esa organización, a la que algunos políticos han acusado de ser «un ministerio de colonias de los Estados Unidos».
En términos prácticos, la OEA se ha convertido en un cascarón vacío. Su fracaso para resolver la crisis derivada del golpe de Estado en contra del presidente de Honduras, José Manuel Zelaya, no deja dudas sobre que ya colapsó.