Ya estamos como cabalgando en el tiempo que corre y vuela estos días del nuevo año que quién sabe con qué novedades habrá de sorprendernos tarde o temprano o más temprano que tarde.
Debemos, empero, ser optimistas, no pesimistas, mucho menos derrotistas a pesar de los pesares, y conviene ser positivos, no negativos.
Estamos conscientes de que hay barruntos alentadores y también desalentadores en las diferentes latitudes del planeta.
Las diversas corrientes de carácter político-ideológico, claro está, son las que más ocasionan incidencias nada deseables y, a ratos, como quien dice, suscitan algunos encontronazos atronadores, de gran resonancia, que afectan de alguna manera en lo nacional, en lo regional y, lo de mayor gravedad aún, en lo mundial.
Cuando el agua ha llegado al río o está a punto de llegar, afortunadamente la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Consejo de Seguridad, se moviliza como impulsada por mil resortes y, de esa manera, casi siempre son solucionados los problemas que pueden provocar las llamas de la guerra.
Es de abrigar esperanzas de que el 2011 sea de paz, de prosperidad, de libertades y demás preciados atributos de la genuina democracia para los pueblos de todos los continentes. Como al unísono digamos los terrícolas: No más dictaduras ni tiranías que implantan contra las sociedades el liberticidio salpicado muchas veces de sangre de reales o supuestos disidentes.
Con toda el alma, de todo corazón, los guatemaltecos debemos poner granos de arena para remodelar el portentoso edificio de la patria que se ha venido deteriorando por las malas acciones de la politiquería partidista, de los maleantes de todo pelaje, sobre todo de los criminales que a diario se entregan a sembrar el terror con los asesinatos que progresiva e irremediablemente, hasta hoy, están quedando impunes casi en su totalidad y provocando dolor, lágrimas, luto, orfandad y miseria en los hogares. Es un festín de sangre, macabro, de espanto, que parece no terminar.
Deben cesar esas rachas de criminalidad, de terribles y abominables atrocidades. Es absurdo que mucha gente, colocada de traspontín respecto de las negras realidades del país, abogue por la supresión de la pena de muerte y que, virtualmente, esté como ignorando la que los facinerosos, enemigos de la ley, de la autoridad y del humanismo, la estén aplicando en las calles, en los caminos, en los domicilios; en cualesquier otros sitios, a hombres, mujeres y niños, no pocos de ellos inocentes. .
Pero salgamos de nuestros bordes territoriales para proseguir enfocando, aunque sea a vuelo de pájaro, la situación internacional.
Lo que más está creando inquietud y temores que pueden estar rayando en pánico en el contexto universal es la proliferación de armas de destrucción masiva.
El fanatismo religioso, el nacionalismo exacerbado, la tendencia hegemónica de toda índole a escala mundial, entre otros factores, pueden encender chispas belicistas que en infaustos momentos puedan desaparecer del mapa a millones o billones de seres humanos…
En el Cercano Oriente, por ejemplo, hay rusiente irritación, la que genera graves amenazas belicistas por cuestiones ideológicas, políticas, económicas, jingoístas, territoriales y religiosas. Irán es un foco de amenazas contra Israel, principalmente desde que se ha propuesto fabricar bombas atómicas. Lo que lo detiene es el apoyo de los Estados Unidos de América y de otras poderosas naciones que están del lado y en defensa del Estado hebreo. .
La China y Rusia, que han sido guerreristas, parecen haber cambiado actitudes. China, con puertas abiertas casi de par en par al capitalismo extranjero, no debe de estar pensando en desencadenar un conflicto armado ni contra los taiwaneses que están prendados de su statu quo con libertad, soberanía e independencia.
En nuestro continente, sólo los dictadores de Cuba y Venezuela y sus perritos falderos de Nicaragua y Bolivia son proclives a jugar con fuego, pero están quietecitos… Ojalá que en Guatemala, nuestra pobre patria, al igual que en el resto del mundo, el pacifismo predomine sobre el belicismo este año que está, como el bebé recién nacido, en pañales. ¡Que todo sea edificante en el presente y en el futuro ilimitado!!!