La periodista argentina Silvina Friera, Pagina 12, realizó una entrevista con Néstor García Canclini el 28 de noviembre de 2005. Presentó un extracto de los principales elementos de esta conversación, que nos puede ayudar a entender lo que está pasando en Guatemala y el mundo.
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El fracaso principal es del sistema económico, incapaz de incorporar a los jóvenes. El mercado de trabajo evidentemente impide el acceso al consumo formal. Hay una educación escolar que plantea mal las actuales formas de conflictos culturales. Pero también está la educación informal, la que se adquiere a través de los medios de comunicación, de las redes sociales de pertenencia o de exclusión, en donde también se aprende a reconocer o a discriminar al otro. Filósofos como Savater tienden a buscar una explicación psicologizante del odio, como si sólo fuera un sentimiento individual, aunque sin duda exista esa dimensión.
Pero a mí me interesa entender las formas de organización social del odio; ahí es donde percibimos cambios radicales. Mientras en etapas preglobalizadas el odio se manifestaba hacia el que teníamos del otro lado de la frontera, el que pertenecía a otra etnia en la propia ciudad o en el barrio de al lado, ahora aparece una distribución diferida de los odios, donde se apunta al lejano y desconocido.
Más allá de las Torres Gemelas, los trenes de Madrid y de Londres, en América Latina no faltan ejemplos de un odio a los lejanos. Hemos tenido históricamente estereotipos discriminatorios hacia los asiáticos pero, en general, tenían que ver con la llegada de esa inmigración a la propia ciudad o al país. Ahora estamos ante dispositivos o redes de multiplicación del odio, relaciones diferidas, distantes, donde no se sabe contra quién se lo está ejerciendo. Es un odio más abstracto que se vuelve más impersonal.
Hay una correlación entre una estructura social más anómica con la dificultad para identificar a los interlocutores de la sociedad contemporánea. Me refiero al problema de relacionarnos con personas en forma constante. Cuando pedimos un servicio a una empresa, nos atiende una contestadora telefónica que nos dice que tenemos que marcar números, lo cual crea una sensación de impotencia, de indiferencia en la relación, que es básicamente entre personas y máquinas. Nos echan del trabajo y no está claro ante quién hay que protestar, y posiblemente la decisión fue tomada en otro país, en una capital lejana. No sabemos bien de dónde proceden los mensajes y la información que recibimos, cuáles son las empresas que están detrás. Antes las empresas tenían el nombre de una familia fundadora, como Ford, ahora son sólo siglas. ¿Quién sabe qué quiere decir CNN?
Tolerar es no hacerse cargo de la diferencia y despreocuparse de que hay que entenderla, e incluso preguntarse qué puede significar de bueno para mí, qué propuesta de estilo de vida me está haciendo. Tolerar es quedarse ensimismado en lo propio. Varios autores oponen el odio al amor, o el odio a la paciencia, al humor o a la tolerancia. Parece que en las actuales condiciones de odios globalizados lo que aparece como lo otro del odio es la comprensión intercultural y la necesidad de entender lo que es diferente y de construir un tipo de relación productiva y creativa, no la aceptación distante de la tolerancia, sino incorporación efectiva de competencia y coproducción con los otros.
La integración es una responsabilidad compartida por muchos actores. Los estados están experimentando la dificultad de ejercer el monopolio legítimo de la violencia, que históricamente desde Hobbes se les asignó, porque fue desmantelando sus aparatos y perdiendo funciones. Algunas las cedieron a la empresa privada, otras a empresas transnacionales, que son menos responsables todavía, y otras quedaron sueltas y nadie se ha hecho cargo. Una de las pocas funciones que el Estado ha mantenido es el poder de policía. Es muy grave que se reduzca a esto. Las sociedades civiles, sea lo que quiera decir la estructura de esta palabra tan maltratada, coparticipan al elegir gobernantes, al seguir apoyando partidos que han demostrado su ineficacia. De todas maneras, en varios países pareciera que hay un avanzado estado de desesperación en las sociedades. Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-1136-2005-11-28.html