La relativa fluidez que hemos tenido en el tránsito en estos últimos días, terminará a partir de la semana próxima cuando vuelvan a clases los alumnos del sistema educativo nacional y se congestionen de nuevo arterias, avenidas y calzadas. No puede haber mejor prueba de lo que significaría el escalonamiento de horarios para las distintas actividades que estos días en los que el tráfico circuló con mayor facilidad, pero tenemos que resignarnos a que las autoridades no le entren al diseño de una estrategia de ese tipo en beneficio de la población.
Lo que definitivamente necesitamos y con urgencia es que las autoridades de la Policía Municipal de Tránsito hagan un esfuerzo para aplicar elementales conceptos técnicos en el manejo de los puntos más críticos, puesto que toda la población coincide en que allí donde hay un embotellamiento, por fuerza está un agente de la PMT que se dedica a complicar las cosas. Si simplemente dejaran que los semáforos funcionaran y su función se limitara a no permitir que se obstruyan los cruceros, seguramente que ya tendríamos una ganancia enorme, porque lo que más complica la situación es cuando algún automovilista imprudente taponea las vías.
Pero resulta que muy frecuentemente, con demasiada frecuencia en realidad, los agentes de tránsito hacen precisamente eso y en su afán por rempujar, literalmente hablando, el tráfico que viene en un sentido, no se percatan de obstáculos que hay una o dos cuadras adelante (generalmente otro semáforo) y provocan el atasco. Cuando eso pasa, generalmente se hacen los disimulados y caminan viendo para otro lado, como el avestruz, sabiendo que el embrollo no tiene solución.
Nada perderían con hacer el experimento de trabajar una semana de esa manera, respetando los ciclos naturales de los semáforos y limitando su participación a impedir los bloqueos de las intersecciones y a sancionar a quienes los provocan. Con algunas remisiones que se extiendan en ese sentido los automovilistas aprenderían a no hacerlo porque nada es tan grave para atascar el tráfico como esa actitud insensata de bloquear los cruceros.
Con menos agentes, pero mejor preparados y menos prepotentes, se puede lograr un resultado mucho mejor del que ofrece la Policía Municipal de Tránsito en las horas pico. Reiteramos nuestra tesis de que dirigir el tránsito en una metrópoli como Guatemala es un asunto eminentemente técnico que no se puede lograr únicamente a base de gorgoritazos como se hace actualmente si éstos no tienen ni ton ni son porque no existe coordinación adecuada, a pesar de los radios que usan, para generar fluidez a lo largo de las principales arterias.