El nuevo tratado ruso-estadounidense de control de armas es más importante por el acuerdo diplomático que sella con Rusia que por los límites que impone a las armas, que de todas formas difícilmente hubieran sido respetados.
Pese a las objeciones de oponentes republicanos que decían que Estados Unidos estaría abandonando su ventaja nuclear, el gobierno de Barack Obama considera el pacto un buen negocio porque probablemente ayudará a garantizar la cooperación rusa con un plan estadounidense para proteger a Europa con un escudo antimisiles dirigido contra Irán.
El Senado votó 71-26 en favor de ratificar el tratado, y se espera que la legislatura rusa lo apruebe muy pronto. Fue una clara victoria para la Casa Blanca luego de semanas en las que parecía dudoso que Obama pudiese conseguir suficientes votos republicanos. Obama había dicho que la aprobación del tratado era su mayor prioridad en política exterior este año.
«í‰ste es el acuerdo de control de armas más significativo en casi dos décadas», dijo Obama poco después de la votación en el Senado el miércoles. El presidente dijo que el tratado «nos hará más seguros» y subrayó que permitirá que los inspectores estadounidenses regresen a las bases nucleares rusas.
«Continuaremos avanzando nuestras relaciones con Rusia, que son esenciales para conseguir progresos en una serie de retos», dijo Obama.
El Pacto, llamado Nuevo START (siglas en inglés de Tratado para la Reducción de Armas Estratégicas), es la pieza central de un esfuerzo mutuo de Moscú y Washington para reparar relaciones severamente dañadas durante los últimos años del gobierno de George W. Bush.
Obama y el presidente ruso Dimitry Medvedev firmaron el acuerdo en abril con una cordialidad que buscaba demostrar que se trataba tanto de mejorar los lazos bilaterales como de reducir el arsenal nuclear. Los líderes rusos dejaron claro que consideraban el tratado una prueba de la sinceridad y el poder de Obama.
El Nuevo START reemplaza el expirado tratado de reducción de armas estratégicas de 1991. Fija un límite de 1.550 ojivas nucleares estratégicas por cada parte, de 2.200 bajo un acuerdo del 2002. El pacto además restablece procedimientos de verificación que no estaban incluidos en el acuerdo del 2002.
Pero ese ambicioso programa de reducción nuclear fue puesto en peligro cuando Obama consiguió el respaldo de la OTAN en noviembre para construir un escudo de defensa antimisiles sobre Europa. El compromiso de implementar ese sistema, dirigido claramente a Irán, siguió siendo uno de los puntos más irritantes para Rusia hasta que Obama suspendió planes para colocar partes del mismo cerca de las fronteras rusas.
Su reformado plan de defensa antimisiles fue recibido cortésmente por Moscú, y los asesores de Obama respiraron con alivio. Una pelea pública con Rusia por el sistema de defensa antimisiles podría haber hundido el nuevo tratado a apenas semanas de su debate en el Congreso.