Todos sabemos que hay un serio problema de seguridad ciudadana que no se puede resolver de la noche a la mañana, y cuando se conversa sobre el tema, siempre hay alguien que se pregunta ¿qué es lo que puede hacerse para enfrentar el flagelo? La verdad es que no hay respuesta fácil para eso y, de entrada, debemos reconocer que cualquier acción tendrá efectos en el largo plazo, porque no existe la fórmula mágica que detenga las manifestaciones de violencia de la noche a la mañana.
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Pienso que la ruta tiene que ser vía en el combate a la impunidad y el fortalecimiento del Estado para prevenir el delito con una fuerza policial depurada y eficiente. Pero siendo este año eminentemente electoral, creo que compete a los partidos políticos y a quienes aspiran a ocupar cargos de dirección en el país, hacer propuestas serias, concretas y efectivas. No se vale, en las condiciones actuales, recurrir a frases hechas ni a mensajes generales como podían haber sido el de la Mano Dura o que la violencia se combate con inteligencia. Necesitamos detalles concretos de cómo se propone cada una de las fuerzas políticas del país enfrentar el problema y la necesaria cuantificación del esfuerzo, porque nada es gratis y los ciudadanos tenemos que saber de dónde saldrá el recurso para financiar los pasos que deban darse en el marco de un plan general de seguridad y de combate a la delincuencia.
El mayor problema a futuro está en la penetración que está teniendo en el país el narcotráfico, puesto que si ahora estamos sufriendo una violencia agobiante, podemos tener la certeza más absoluta que en la medida en que ese narcopoder se infiltre y comprometa más a las fuerzas políticas, irá creciendo su influencia y capacidad de acción hasta el punto de convertirse en «el problema» nacional. Todos los expertos coinciden en que en esta elección el mayor riesgo que se corre es el del flujo de dinero del narcotráfico en las campañas, porque tanto a nivel local como en el nivel nacional, los grupos de traficantes ejercerán influencia en la elección y su poder económico será determinante. Abordar ese tema y demostrar transparencia será una cuestión fundamental para que los ciudadanos podamos hacer un buen juicio.
Obviamente Guatemala es un país con muchos problemas y carencias, pero ninguno tan grave como el riesgo de convertirnos en un narcoestado bajo el control de carteles de la droga que tienen sus piezas claves en las más variadas esferas de la administración pública. Por todo ello es que insisto en que ningún partido político en la palestra tiene que dejar de abordar el tema y de hacerlo con seriedad y propiedad, es decir, elaborando propuestas serias que nos permitan establecer con las fuerzas políticas un claro mandato. Aquellas que tengan clara visión y firme compromiso debieran ser las que la opinión pública respalde para el día de las elecciones.
No podemos dejar de señalar, sin embargo, que si los ciudadanos no somos exigentes y nos conformamos con los patrones tradicionales de las previas campañas políticas en las que prevalecen frases hechas por mercadólogos en vez de conceptos elaborados por estadistas, vamos a caer en manos justamente de quienes más dinero tengan para realizar ese tipo de propaganda vacía que es engañababosos. Y ni falta hace decir que al hablar de quien tenga más dinero para hacer campaña, los primeros que estarán en la lista son los que se hacen de la vista gorda sobre el origen de los fondos para financiar su proselitismo, porque ya sabemos que esos, los pupusos de dinero, terminan vendiendo su alma al diablo.