Falta un mes para la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas y el candidato conservador Nicolas Sarkozy mantiene su ventaja, aunque nada está decidido y la socialista Ségolí¨ne Royal y el centrista Franí§ois Bayrou pueden todavía eclipsar al favorito.
Después de sufrir un bajón en los sondeos en las últimas semanas, la «ruptura tranquila» que desea encarnar el candidato de la derecha vuelve a recibir una mayoría de apoyos y Sarkozy conseguiría en estos momentos entre un 30 y un 31% de votos en la primera vuelta.
Su gran rival, la socialista Ségolí¨ne Royal, que era la reina absoluta de todos los sondeos de opinión a finales de 2006, perdió brutalmente impulso cuando Sarkozy comenzó su arrolladora campaña y sufre ahora para recuperar el terreno perdido. Actualmente, la líder de izquierda obtendría entre un 24% y un 25%.
El líder de centro, Franí§ois Bayrou, gran sorpresa de las últimas semanas al acaparar unas intenciones de voto inesperadas que superaron el 20%, ha perdido ligeramente fuerza y no obtendría hoy en día más del 18% de los sufragios.
Sin embargo, el presidente del partido UDF sigue creyendo en sus posibilidades de convertirse en presidente de Francia y predica una «revolución pacífica» que terminará con la alternancia entre derecha e izquierda que ha llevado al país a la decadencia, según él.
Los sondeos coinciden en que si Bayrou disputara la segunda vuelta contra Sarkozy, sería elegido presidente de Francia ya que recibiría todos los votos del centro y la izquierda. Sin embargo, si Sarkozy se enfrenta a Royal en la segunda vuelta, derrotaría a la socialista sin problemas.
En total, 12 candidatos participan en estas elecciones presidenciales, aunque algunos de ellos apenas rozarán el 1% de los votos, según las encuestas más recientes.
El alto desempleo, la inmigración, la presión fiscal, la delincuencia o el abismo existente entre los políticos y los ciudadanos son las preocupaciones mayores del electorado francés.
Por ello, todos los candidatos desean encarnar esa transformación que impulsará el país hacia la bonanza económica y social, pero el voto de los ciudadanos sigue siendo incierto y la confianza en sus políticos, escasa.
«Haré campaña hasta el 22 de abril (fecha de la primera vuelta) para pasar a la segunda vuelta (el 6 de mayo). Los sondeos no deciden nada, son los franceses», declaró Sarkozy.
Ambicioso, populista y con ideas que pueden rozar en ocasiones la extrema derecha, Sarkozy quiere abrir una nueva página en la historia de los gobiernos conservadores franceses, lejos de la herencia dejada por Chirac, con quien no mantiene buenas relaciones.
Sus propuestas, como un ministerio de Inmigración e Identidad nacional y un mayor control de la delincuencia juvenil, provocan convulsiones en la izquierda y en organizaciones humanitarias, pero gozan del apoyo mayoritario de los ciudadanos.
«Â¿Cómo se puede encarnar una ruptura después de haber gobernado cinco años?», se preguntó Royal esta semana refiriéndose a Sarkozy.
La líder socialista, que acusa a su rival de querer ser solamente el presidente de unos pocos, apuesta por una «democracia participativa» y promete asentar las bases de una nueva República.
Sin embargo, sus ideas y el hecho de que es la primera mujer con posibilidades reales de convertirse en la presidenta de Francia, no hacen olvidar que representa a un partido dividido, imagen de un socialismo ’light’ a menudo poco creíble.
Las elecciones francesas generan también un gran interés fuera de las fronteras del país y pese a que cualquier desenlace es posible en este momento, está claro que significarán la llegada al poder de una nueva generación de políticos, después de los 12 años de presidencia de Jacques Chirac, de 74 años.