Educación, estudio e instrucción


En el artí­culo sobre las «buenas familias» terminé con un pensamiento de Confucio que dice: «Donde hay buena educación no hay distinción de clases», desde siempre he tenido la seguridad que el estudio y la educación no son sinónimos, como muchos podemos pensar y creo que hay que entrar un poco en detalle en el tema; educación, según el DRAE, significa: Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes. Cortesí­a, urbanidad.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

Estudio viene de estudiar que indica: Ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender algo. Cursar en las universidades o en otros centros docentes, mientras instrucción viene de instruir que significa: Comunicar sistemáticamente ideas, conocimientos o doctrinas. Enseñar, adoctrinar.

Tomando en cuenta lo que establece el DRAE, con conceptos más claros se comprende aún más lo que Confucio quiso transmitir: la educación es el verdadero ser de cada quien, se encuentra compuesto por lo que se vive diariamente, en las costumbres del hogar, y se mama, significa la esencia, su tabla de valores, lo que simboliza para la persona el honor, el respeto, la dignidad, la moral, la ética, conceptos que se encuentran en el mundo de las ideas. En el mismo contexto, el estudio es más restringido si lo analizamos como parte del individuo, porque el estudio ejercita a la mente para comprender algo, las personas estudiosas son aquellas que se afanan por ser mejores en una o más disciplinas cientí­ficas, teóricas o prácticas, es parte de la vocación, y del interés por una ciencia, o técnica; y la instrucción, es aún más reducida, porque es el traslado de algunos conocimientos, el maestro instruye, el catedrático, o el técnico, pero es limitado a lo que le corresponde.

Habiendo realizado un esbozo de las tres palabras que muchas veces podemos confundir, se puede concluir que la educación es la que hace libre a la persona, quien actúa diferente a las demás; para quien me hace el favor de leerme, cerremos los ojos un momento e imaginemos estar en un lugar, esperando algo, y pensemos lo que sentimos cuando alguien entra y saluda con una sonrisa o una expresión agradable, o cuando en un conglomerado por accidente nos golpean y nos piden disculpas cortésmente. Ahora volvamos a cerrar los ojos e imaginemos, las mismas circunstancias, pero con distintas actitudes, sentiremos diferentes emociones.

Una persona puede tener cien diferentes diplomas y tí­tulos, y, su currí­culum conformarse de más de 50 hojas, con documentos que demuestran licenciaturas, maestrí­as, doctorados, acompañados o no de un apellido con tradición. Pero al conocerla, encontramos a un ser prepotente, patán, que te mira, como gusano, y cuando abre la boca, de ella solamente salen sapos y culebras, si es hombre y está frente a una mujer bonita, o joven, la desnuda libidinosamente con la mirada, si está frente a un hombre y este es joven o de apariencia sencilla lo trata de vos sin conocerlo, o le dice mire usté, el bien vestido y prominente personaje que bien puede ser un funcionario, industrial, comerciante, o alguien con un apellido de abolengo, es una persona desagradable, aunque tenga tí­tulos y diplomas, si se trata de una entrevista de trabajo, y quien solicita el empleo puede ser mujer, joven y bonita, o no, o un hombre joven y agraciado, el personaje no le menciona sus exámenes, solamente que si necesita el trabajo tiene que ser amable, ante esta situación, cada quien actúa de acuerdo a su tabla de valores, también puede darse que la persona en mención no tenga esas aficiones, pero si prepotencia, por lo que aunque sepa que quien solicita el empleo llena de sobra todos los requisitos, no le importa que esté todo el dí­a en espera, porque agradecido/a deberí­a estar de obtener trabajo. Y ¿qué sucede con aquel maestro que nunca llega a impartir clases, y después pide dinero o favores sexuales para que los alumnos/as sin diferencia de edad ganen el curso que nunca lo sabrán al dedillo?

Creo firmemente que la educación es responsabilidad de todos/as, como padres y madres, abuelos/as, hermanos/as, somos responsables de lo que sembramos en cada persona que por decisión propia o por situaciones circunstanciales debemos educar. El dí­a que como guatemaltecos logremos diferenciar y atender con esmero la educación daremos el primer paso al desarrollo individual y colectivo, y a una sociedad mejor, donde no existan más diferencias que la técnica, ciencia o arte que desarrollemos y la forma en que administremos el dinero que honradamente ganemos, Mahatma Gandhi sabiamente dijo: «La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?», sumado al pensamiento de Benjamí­n Franklin: «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo»; ¿Usted que piensa nos ayudarí­a a construir un paí­s mejor, se conformará con doctorados, o con personas educadas? Las buenas familias se componen de personas con valores.