La semana pasada los colegas de El Financiero costarricense, efectuaron un interesante análisis sobre el desempeño económico de dicho país y la prospectiva para 2011, el cual, a pesar de las diferencias cualitativas de ambas sociedades -la guatemalteca y la costarricense-, muestra preocupaciones similares que subyacen en la región, que abarca también, en el ámbito internacional de relaciones con la comunidad financiera, a República Dominicana y Panamá, país este último que viene siendo la excepción en materia de tasas de crecimiento, con dinámicas mejores que el resto de sus socios.
Lo interesante de la comparación con lo analizado por los colegas citados, reside en la marcada preocupación por el déficit fiscal, que en el caso costarricense estará sobrepasando la relación de un cinco por ciento del producto, obligando a una propuesta de reforma fiscal, que tiene ya dividido al Congreso. Asimismo, existe preocupación por la marcada estabilidad en el tipo de cambio, lo cual está atentando en contra del dinamismo del sector exportador y del turismo, siendo éstos dos motores fundamentales en el país sureño.
Para el caso guatemalteco nos enfrentamos también a esas dos preocupaciones: déficit fiscal y tipo de cambio. En el caso del déficit, el informe de política monetaria, cambiaria y crediticia que la Junta Monetaria usa de marco para promulgar sus medidas principales para el 2011, anticipa un cierre en el presente año de un 3.2 por ciento con respecto al producto, pero sin embargo, las más altas autoridades del ramo de Finanzas Públicas aclaran que incluso la meta prevista del 3.4 por ciento que se tenía previamente podría subir a tono con la negociación de los US210 millones de bonos del tesoro, que recientemente han comenzado a ser pactados en dólares, con los bancos locales, con el consiguiente riesgo cambiario futuro, en virtud de que dentro de cinco o siete años, que es el plazo de su negociación existe total incertidumbre en torno a los avatares cambiarios de esta pequeña economía.
A la cifra descrita del déficit fiscal debemos incluir los pasivos relacionados con la denominada «deuda flotante», principalmente ejecutada por la Dirección General de Caminos, Covial y Fonapaz, así como también tomando en cuenta compromisos de gasto flotante a cargo de los grandes ministerios sociales: salud y educación. En relación con mi bola de cristal, dicha deuda representará en 2011 una cifra mayor al 1 por ciento del Producto Interno Bruto, siendo que si no se cierra el déficit, y se hace un esfuerzo serio de ajuste fiscal, el próximo gobierno en el 2012 estará en verdaderos aprietos para despegar.
A mi juicio, lo anterior es el Talón de Aquiles en el plano macroeconómico del corto plazo; sin embargo, nuestra situación socioeconómica presenta varios puntos débiles: el tema del cambio climático para el 2011 es uno de ellos, mientras que el otro es, sin lugar a dudas el débil clima de inversión que avizora el 2011.
Al respecto del clima de inversión, la 47ava encuesta empresarial de ASIES, concluye que el 60 por ciento de los empresarios consultados perciben que el clima electoral será negativo en sus actividades. Adicionalmente, el 40 por ciento de tales empresarios asevera que ha sido afectado, de una forma u otra por la inseguridad, siendo además que el 35 por ciento de ellos no han reportado los hechos a las autoridades competentes, reflejando ello el nivel de impunidad prevaleciente, y la desconfianza en torno al sistema público de seguridad y de justicia en el país.