La noche de paz, la Nochebuena se asocia, según los diferentes países, con las tradiciones y las manifestaciones de esta especial época.
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Esta noche de 24 de diciembre, el arte, tanto en sus escenificaciones como en su música aun cuando no pertenezcamos geográficamente al hemisferio norte, nos hace pensar en la nieve, en los pinos y pinabetes, en el frío y por consiguiente en las chimeneas u hogares encendidos, en las bebidas tradicionales, calientes a base de chocolate, de ron y también por supuesto en las galletas, pasteles, manzanas, uvas de la época y en nuestro país el tradicional ponche y tamal.
Adicionalmente a esos aspectos está la música, donde además de importantes melodías destacan los villancicos, composiciones musicales poéticas asociadas a la Navidad, en grupos corales de adultos o niños que interpretados a capela nos trasladan espiritualmente hacia las personas amadas presentes o ausentes y nos saturan de hermandad.
Quien resiste a los estribillos y las coplas que estos villancicos contienen, son tan significativos que sin duda alguna nos hace aflorar el amor, la alegría, la nostalgia, la tristeza. Los coros que las interpretan, tanto de hombres como de mujeres, nos arrullan con sus voces de sopranos, de barítonos, de contraltos, de tenores y nos impulsan a colocarnos al lado de los seres queridos, a abrazarnos, tal es la emoción y el contenido de lo que los villancicos expresan. Los mismos, a pesar de las barreras idiomáticas, son interpretados tanto en castellano, inglés, italiano y alemán.
Difícil es decir cuál de todos los villancicos es más conocido, más hermoso o melodioso, a pesar de todo hay uno en especial de origen austríaco que ha sido traducido a casi todos los idiomas del mundo y que por supuesto todos hemos tarareado aunque no tengamos el don de una buena voz.
Quién no ha escuchado, quién no ha cantado ese hermoso villancico austriaco cuya primera estrofa dice:
«Noche de paz, noche de amor
Todo duerme en derredor
Entre los astros que esparcen su luz
Bella anunciando al niño Jesús
Brilla la estrella de paz
Brilla la estrella de paz»
En Guatemala, este 24 sin duda alguna será una noche fría pero el impacto que el clima nos producirá a cada uno podrá mitigarse y en parte no sentirse dependiendo de cómo en lo particular, en cada una de nuestras familias, en cada uno de los hogares, la noche transcurra.
El estar rodeado de nuestros seres queridos indudablemente puede llenarla de amor y de ternura, si ese es nuestro caso el frío casi no se sentirá. Si por el contrario, no tenemos esa situación, pensemos en los muchos años que la hayamos tenido y adicionalmente pensemos en los hombres, mujeres y niños que por las circunstancias materiales, sociales y espirituales puedan encontrarse en una situación inadecuada.
Esa noche también debemos dedicarla a pensar en quienes están enfermos, en quienes están preventiva o temporalmente privados de su libertad, en los ancianos, en los huérfanos.
Démosle gracias a Dios no importando la situación de cada uno de nosotros e igual que los villancicos pidamos una noche de paz, una noche de amor al igual que lo hiciera un humilde pastor, hinquémonos y elevemos nuestras plegarias hacia el Altísimo, pensemos en el nacimiento del niño Jesús, en un humilde pesebre en Belén, rodeado de sus padres e iluminado por la luz de una estrella que no ha dejado de brillar con la pretensión de un buey y una mula que le dieron calor, con el deseo de iluminar lo bueno que todos los hombres, mujeres y niños tienen dentro de su ser, en su alma y en su corazón.