La creciente xenofobia en Israel contra ciudadanos árabes e inmigrantes africanos inquieta a las organizaciones defensoras de los derechos humanos y dio lugar a un llamado a la tolerancia, sin precedentes, del primer ministro Benjamin Netanyahu.
Esta hostilidad ha llegado incluso a la plaza pública, como lo demuestra una serie de manifestaciones y peticiones para defender el «honor de las mujeres judías» amenazadas por la presencia de vecinos árabes, así como para denunciar «la invasión de inmigrantes» africanos.
El lunes, en Bat Yam, en la periferia de Tel Aviv, unos 200 residentes locales y militantes de extrema derecha, que acudieron de todo el país, manifestaron a gritos: «Â¡No permitiremos que los árabes se apoderen de nuestras muchachas!».
Esta manifestación se produjo después de que el ministro del Interior, Eli Yishai, del partido ultraortodoxo sefardí Shass expresara recientemente su inquietud ante el aumento de residentes árabes en Bat Yam, lo que calificó como «amenaza para la identidad judía de la ciudad».
El alcalde de Bat Yam, Shlomo Layani, de 45 años, denunció sin embargo públicamente esta manifestación, y declaró que le producía «vergí¼enza».
Al día siguiente, centenares de personas manifestaron en un barrio popular de Tel Aviv exhortando a expulsar a los trabajadores clandestinos llegados de ífrica.
Estas denuncias han sido alentadas por un manifiesto de rabinos que a principios de mes llamó a prohibir la venta o el alquiler de casas a los no judíos, lo que afecta en especial a la minoría árabe en Israel. El llamado generó una ola de críticas pero ninguna sanción.
Formaciones de extrema derecha, del entorno del movimiento de inspiración racista Kach (en principio ilegal), exhortaron el jueves por la noche en Jerusalén Oriental a apoyar a esos rabinos.
En este contexto, Netanyahu llamó el miércoles a sus compatriotas a la tolerancia.
«Estamos en un Estado de Derecho, respetamos a todas las personas, sean cuales fueren sus orígenes», subrayó Netanyahu en un mensaje público.
Para la portavoz de la Asociación Israelí para los Derechos Cívicos (ACRI), Ronit Sela, este aumento de la xenofobia se inscribe en un clima general de «deslegitimación» de la minoría árabe y de hostilidad hacia los no judíos, favorecida por la coalición en el poder que incluye a partidos populistas y ultraortodoxos.
Según ella, las tibias reacciones del poder, aunadas a las declaraciones «racistas y xenófobas» de algunos diputados favorecen proyectos de ley discriminatorios, incitando al odio y poniendo en peligro la democracia israelí.
Los árabes israelíes, descendientes de los 160.000 palestinos que permanecieron en sus tierras tras la creación del Estado de Israel en 1948, son más de 1,2 millones, o sea un 20% de la población total de Israel. Estos ciudadanos israelíes sufren discriminaciones, en especial en lo relativo al empleo y la compra de viviendas en localidades judías.
El diario de izquierda Haaretz pidió al presidente Shimon Peres que use su prestigio «para apagar las llamas del odio y del racismo que se propagan por Israel».
En cambio, el diario Yediot Aharonot, niega que se pueda comparar «automáticamente» este fenómeno con «el racismo», y refleja una oposición a la llegada de inmigrantes comparable a la que existe en Europa.
Israel empezó la construcción de una barrera de seguridad de 250 km a lo largo de su frontera con Egipto, para impedir la entrada de clandestinos.
El gobierno israelí prevé asimismo crear un gran centro de detención cerca de esta frontera para ubicar a miles de inmigrantes, en momentos en que 35.000 indocumentados han logrado radicarse en Israel desde 2006.
Israel busca nuevas alianzas en los Balcanes tras resignarse al enfriamiento de sus relaciones con Turquía, que fue durante años su único aliado estratégico regional.
«Hay una sorprendente y constante mejora de nuestras relaciones con Grecia, Chipre, Bulgaria, Rumania y otros, con los que nuestra cooperación se ha acrecentado en todos los niveles» declaró a la AFP el portavoz del ministerio israelí de Relaciones Exteriores, Ygal Palmor.
«Nos felicitamos por ello «, pero esta situación » no constituye una medida de sustitución dirigida contra un tercer país «, subrayó Palmor, aludiendo a Turquía.
Las relaciones entre Israel y Turquía, antes aliados, se hallan en su nivel mas bajo desde el incidente del 31 de mayo, cuando nueve turcos murieron a manos de un comando israelí en un ferry turco que transportaba ayuda humanitaria para la población palestina de la Franja de Gaza.
Ambos países están vinculados desde 1996 por importantes acuerdos de defensa y alta tecnología. Apoyados por Washington, Turquia e Israel participaban regularmente en maniobras militares conjuntas aéreas y navales.
Prueba de la confianza recíproca fueron las negociaciones indirectas de paz sirio-israelíes llevadas a cabo con la intermediación de Turquía, hasta la ofensiva contra la Franja de Gaza en el invierno boreal 2008-2009.
El presidente estadounidense Barack Obama estimuló recientemente a Israel y Turquía, «dos aliados clave de Estados Unidos, a hacer todo lo posible para restaurar sus relaciones». Con ese objetivo conversaciones bilaterales se han iniciado este mes en Ginebra.
Pero «las relaciones con Turquía nunca volverán a ser las de antes», aseguró en privado un alto responsable israelí, al ser interrogado sobre la nueva orientación de Ankara en favor de los países árabes, y sobre todo de Irán, el enemigo jurado del Estado hebreo.
EL impacto económico mas visible es el turismo : los 300.000 visitantes israelíes que frecuentaban cada año Turquía han desertado este país en 2010.
Sin embargo, la ruptura está lejos de ser definitiva, ya que los intercambios comerciales bilaterales han aumentado un 30% en los primeros 11 meses respecto al mismo período de 2009.
Las importaciones israelíes desde Turquía alcanzaron 1.600 millones de dólares y las exportaciones 1.200 millones (contra respectivamente 1.200 millones y 974 millones en 2009), sin contar los intercambios vinculados al armamento.
Pero paralelamente Israel aprovechó el nuevo enfoque de la política griega, tradicionalmente proárabe y hostil a Ankara, sellada en agosto con la visita a Atenas de Benjamin Netanyahu, la primera de un jefe de gobierno israelí, y que fue seguida por acuerdos de cooperación militar y económica.
El Estado hebreo contempla exportar hacia Europa vía Grecia gas natural de sus yacimientos descubiertos frente a su litoral mediterráneo.
Un acuerdo denunciado por Turquía acaba de ser firmado entre Israel y Chipre, que delimita las zonas económicas de los dos países en el Mediterráneo.
Privado ahora del espacio aéreo turco para los entrenamientos de su aviación, Israel – debido a su exiguo territorio – lleva a cabo ejercicios aéreos conjuntos con Grecia, Rumania o Bulgaria.
«Nuestras relaciones con Turquía están en su nivel más bajo, y por ello buscamos nuevos amigos en los Balcanes, Es interesante, pero es la política del mal menor ya que Israel está ubicado en Medio Oriente «, explica a la AFP Allon Liel, ex embajador de Israel en Ankara.
Además, destaca que Turquía firmó recietemente un «muy importante» acuerdo de cooperación económica y cultural cuatripartito con Siria, Líbano y Jordania, y advierte contra el «aislamiento regional de Israel, si el proceso de paz sigue estancado».