Desde niño he sido seguidor de Municipal y en los mediados de los años setenta tuve la suerte de ser miembro de la Directiva del Club Rojo e hice amistad con muchos de los jugadores de la época. Posteriormente mi hijo mayor estuvo durante algún tiempo en el equipo, antes de comprometerse definitivamente con su vocación por la medicina, situaciones que hacen muy fuerte el vínculo con ese equipo. Y así como en aquellos años Julio César Anderson era la figura del equipo, en los últimos tiempos lo ha sido Juan Carlos Plata, un extraordinario jugador y además una excelente persona que ha puesto fin en estos día a su carrera deportiva y se prepara ya para realizar a principios de enero el juego de su despedida.
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Oficialmente Plata jugó su último partido el pasado domingo cuando entró de cambio y anotó uno de los goles rojos en la tanda de penales. Pero ya este año fue de mucha irregularidad en sus apariciones porque el peso de los años es inexorable y pasa factura aún a quienes se cuidan mucho y no incurren en excesos.
Porque la gente que lo conoce me ha dicho que Plata es un ejemplo en verdad para la juventud, por la disciplina que le pone a su vida y la forma en que ha sabido cuidarse. No olvidemos que en el medio muchos jugadores han acortado su carrera porque no saben manejar la celebridad que alcanzan y se dedican a la parranda, por lo que el caso de Juan Carlos es muy importante.
La única vez que hablé con Juan Carlos Plata fue hace algunos años cuando coincidimos en esa maravillosa fiesta de Año Nuevo que organiza el IRTRA en Retalhuleu bajo la cuidadosa dirección de Cayo Castillo. Estaba Plata con su esposa y sus hijos y la suya era realmente una familia muy bonita que daba colorido adicional a la fiesta, al punto de que fueron muchos los asistentes que en algún momento posaron para guardar el recuerdo de alguna fotografía junto a quien ha sido no sólo una figura del Club Municipal, sino de la Selección Nacional que con todo y sus constantes reveses, siempre es capaz de movilizar a una afición que se dice desesperanzada, pero que en cada eliminatoria vuelve a alentar ilusiones de llegar a una Copa del Mundo.
Evidentemente el retiro de un futbolista debe ser materia de la sección deportiva de un diario y son los cronistas especializados los que hacen el elogio de figuras de este tipo. Pero en nuestra Guatemala en la que andamos tan ávidos de ejemplos verdaderamente edificantes, destacar la figura de Juan Carlos Plata es una verdadera necesidad para demostrar que hay entre nuestro pueblo personas que saben actuar con compromiso, determinación y voluntad y que con su vida nos dan una muestra de que la tenacidad paga, que la entereza y hombría de bien pueden ser elementos fundamentales para alcanzar el éxito.
Plata no es un jugador que alguien pueda calificar como malintencionado, mañoso o vanidoso. Un hombre de gran sencillez y enorme capacidad, ha sido capaz durante muchos años de convertirse en referente para miles y miles de niños que han celebrado sus goles con el equipo al que dedicó toda su carrera o con la selección nacional a la que hubiera querido llevar a logros más significativos.
Futbolista de corazón, Plata se dedicará en el futuro a formar nuevos jugadores y entiendo que lo hará en una academia de su propiedad en la que cualquier padre de familia puede sentir la tranquilidad de que está confiando a sus hijos en muy buenas manos, en las manos de un hombre sencillo y decente que cree que los compromisos en la vida valen para ser honrados.