¿Cuántos se irí­an si les dieran oportunidad?


La migración hacia los paí­ses industrializados ha sido una constante histórica de aquellas personas que buscan mejores oportunidades de vida y que creen en la posibilidad de construir su futuro en sociedades donde intuyen menos marginación y mayor valorización del trabajo. Los paí­ses ricos no exportan a su gente porque por lo general en ellos hay amplia gama de oportunidades para satisfacer elementales necesidades humanas.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Sin embargo, mientras más pobres los pueblos mayor la migración como fenómeno social y de esa cuenta es que diariamente son muchos los guatemaltecos y los ciudadanos de otros paí­ses que viajan en busca de lo que se ha dado en llamar el sueño americano que muchas veces no tiene nada de ensueño.

Cuando uno lee informes sobre el fenómeno migratorio de América Latina a Estados Unidos nota que es constante el incremento. Guatemaltecos en Estados Unidos pasan ya del millón y conforme la inseguridad y la falta de oportunidades se acrecienta aquí­, es mayor el número de quienes creen que la única esperanza para mejorar sus condiciones de vida es viajando a territorio norteamericano, aun corriendo los graves riesgos que representa el paso por México y cruzar los desiertos en Arizona donde muchos compatriotas han perdido la vida.

Hay en toda América Latina una población privilegiada que tiene la enorme ventaja de que le basta con poner pie en Estados Unidos para asegurarse el permiso de trabajo y condiciones legales que le abren puertas. Por disposición del Congreso de los Estados Unidos, los ciudadanos cubanos que emigran son considerados como refugiados polí­ticos que gozan de derechos de residencia desde el mismo momento en que desembarcan y no tienen obligación de probar que salieron de Cuba por razones polí­ticas, puesto que basta el hecho mismo de ser cubanos para que se les abran las puertas.

Yo conozco a varios cubanos que viven en el oeste de Florida y todos ellos viajaron a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y con empeño y esfuerzo han logrado tener las comodidades que buscaron al dejar su tierra. Tienen la enorme ventaja de que son personas con formación, que fueron a la universidad y que poseen herramientas para ganarse la vida en una sociedad tan competitiva. Pero con los que he platicado sobre la motivación de su salida de Cuba, todos han coincidido en que lo hicieron para vivir mejor.

Por ello me pregunto qué pasarí­a si Estados Unidos tratara por igual a todos los latinoamericanos y abriera sus fronteras para todos como lo hace con los cubanos. Me atrevo a pensar que no sólo se llenarí­an de inmigrantes, sino que aquí­, en estas latitudes, apenas si quedarí­an unos cuantos porque la gran limitación que existe es esa necesidad de ir a vivir ilegalmente, en forma clandestina, lo que limita las posibilidades.

Desde el triunfo de la Revolución Cubana se ha dicho que la migración es polí­tica, de gente que busca libertad y que reniega del sistema impuesto por el régimen. Y esa afirmación ha generado la creencia de que todos los cubanos que han salido de la isla lo hicieron por esos motivos, pero cuando uno platica con ellos ve que no hay mayor diferencia con los chapines que, como los cubanos, viajan en busca de una oportunidad para vivir mejor. La gran diferencia es que cada cubano que llega a Estados Unidos es un elemento de propaganda en contra del sistema, en cambio los chapines, salvadoreños, hondureños y mexicanos que sufren lo indecible para ir a Estados Unidos lo hacen en medio del más absoluto desamparo. ¿Cuántos de los lectores se irí­an al norte si tuvieran la garantí­a de ser admitidos legalmente con sólo poner pie en Estados Unidos?