Convoy militar se salva de bomba artesanal


Júbilo. Varios hombres celebran los daños causados a un convoy estadounidense en Irak.

Los hombres del segundo pelotón, que han encontrado más artefactos explosivos que cualquier otra unidad norteamericana en Irak, escaparon el lunes a una bomba artesanal, un dí­a antes de que se cumplieran cuatro años de la invasión a Irak.


Afortunadamente para esos hombres, en 48 meses el ejército de Estados Unidos aprendió las duras lecciones de la guerrilla moderna. Actualmente sus jeeps Humvee están protegidos por un sólido blindaje.

La bomba que estaba escondida en un bote de basura estalló, lanzando esquirlas al vehí­culo que encabezaba la patrulla, quebrando la parte exterior de sus vidrios blindados y destrozando tres de sus gruesos neumáticos todoterreno.

«Maldición», gritó el conductor del segundo jeep. «Avancen, avancen», ordenó el teniente Scott Flanigan, que comandaba el pelotón, precipitándose hacia la nube de polvo y humo que cubrí­a al primer vehí­culo.

«Estamos bien», dijo una voz por la radio. «Pasamos a través», agregó.

Los soldados del segundo pelotón, compañí­a Baker, del regimiento de infanterí­a 2-12, estaban conmocionados pero sanos y salvos, y la caravana se detuvo en una callejuela para remolcar al vehí­culo dañado.

Los artefactos explosivos improvisados –un término que cubre a todo un arsenal de bombas artesanales destinadas a saltar al paso de un vehí­culo– se han convertido en una caracterí­stica del conflicto iraquí­ y de la vida cotidiana de los efectivos del segundo pelotón.

Desde hace cinco meses, la compañí­a Baker patrulla en Dura, un barrio sunita del sur de Bagdad, otrora un suburbio distinguido de la ciudad.

Ahora las alcantarillas reventadas desbordan, la basura se acumula en las calles y bandas de jóvenes sin trabajo juegan al fútbol en terrenos baldí­os, mientras miran con odio a los vehí­culos norteamericanos y del gobierno iraquí­.

Los insurgentes encuentran numerosos reclutas en esta población, que desconfí­a de la policí­a dominada por los chiitas.

«Dura es un lugar horrible, pero antes era la zona más hermosa de Bagdad», recuerda el teniente James Darnly.

Mientras la guerra se prolonga y las pérdidas se acumulan, el ejército norteamericano adopta una nueva estrategia en la capital, que consiste en llevar importantes refuerzos.

Las unidades estadounidenses, que hasta ahora permanecí­an acantonadas en grandes bases en los suburbios, entran ahora en las calles de la capital y establecen puestos de combate fortificados en zonas que hasta ahora les estaban prohibidas.

El nuevo comandante de las tropas norteamericanas en Irak, el general David Petraeus, cuenta con esos puntos de influencia para calmar la situación mientras sus hombres intentan ganar la confianza de una población hastiada de la guerra.

La misión de la compañí­a Baker del lunes recuerda sin embargo los numerosos y peligrosos obstáculos que deben vencer los estrategas de Estados Unidos.