Para los soldados estadounidenses del noveno régimen de caballería que patrullan por la noche por las peligrosas calles de Bagdad en sus todoterrenos blindados, la noticia de que su misión podría prolongarse ha caído como un mazazo.
Sus oficiales les han advertido que su segunda rotación de un año, que iba a terminar en octubre, podría durar más tiempo, a lo que se suma que el presidente norteamericano, George W. Bush, subrayó el lunes que aún es pronto para irse del país.
«Todo lo que queremos es irnos de aquí cuanto antes», confía un suboficial responsable del vehículo, el Humvee, en el que los soldados patrullan durante cuatro horas por la noche en un ambiente de humo de cigarrillos y frustración.
«El ejército iraquí tiene miedo, por eso nosotros tenemos que venir y morir aquí», añade este hombre, que pide el anonimato.
«El 95% de los iraquíes son buenos, y el 5% son malos. Pero el 95% son demasiado débiles para levantarse contra el 5%», añade.
«Bush podría venir a luchar aquí», dice otro. «Le daría mis mil dólares al mes y volvería a casa».
El teniente Brian Long, que dirige esta patrulla, confirma la cólera de sus soldados.
«Uno de mis hombres tiene cinco hijos, otro, tres. Otro tiene un hijo de 4 años y ha pasado dos sin estar con él; esto no lo recuperará nunca», explica el oficial.
«Es como la película ’El día de la marmota’. Cada día es lo mismo y nada cambia nunca», relata el teniente Long, en referencia a la película de Harold Ramis de 1993.
«Es duro. Todo lo que quieren es volver a sus casa y estar con sus familias», añade.
Bush dijo el lunes que hacen falta «meses» para que la nueva estrategia contra la violencia en irak dé frutos. Reconoció que la lucha es «difícil», pero reclamó «valor y decisión» a los estaodunidenses.
«Ante los desafíos que existen en Irak, concluir que nuestra mejor opción sería hacer las maletas y volver a casa nos tienta (…) pero creo que las consecuencias serían devastadoras para la seguridad estadounidense», advirtió.
El capitán Christopher Dawson, jefe de la compañía del noveno régimen de caballería, dice entender la necesidad de que sus soldados se queden en Irak.
«Empezamos a tener resultados ahora», asegura. «La violencia está disminuyendo. Estamos entrenando a los iraquíes para que se encarguen ellos mismos de su seguridad. Los ayudamos a ver su futuro. Está entre sus manos».
Pero entre sus subordinados el ambiente no es de tanta comprensión, sobre todo tras la publicación el lunes de una encuesta según la cual sólo el 18% de los iraquíes confían en Estados Unidos y sus militares, y el 78% se oponen a su presencia.
«Si no nos quieren aquí, estamos totalmente dispuestos a irnos mañana», asegura el suboficial al mando del Humvee.