Costa de Marfil: presión para que Gbabgo ceda el poder


El dirigente marfileño Laurent Gbabgo enfrentaba el viernes la presión internacional y de la calle para ceder el poder a Alassane Ouattara y normalizar la situación de un paí­s con «dos presidentes», tras los choques que la ví­spera se saldaron con por lo menos once muertos.


Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Francia emplazaron a Gbabgo, en el poder desde hace diez años, a reconocer su derrota ante Ouattara en la segunda vuelta de los comicios del pasado 28 de noviembre.

Los partidarios de Ouattara llamaron por su lado a nuevas marchas para tomar la Radio Television estatal (RTI) en Abiyán, aunque el extenso puerto de la capital económica de este paí­s de Africa oriental mantení­a una extraña calma al dí­a siguiente de la violenta represión de la primera tentativa.

«La gente teme salir, pues ayer hubo muertos. El miedo es palpable», dijo Moussa Camara, un simpatizante de Ouattara, en referencia a los incidentes que arrojaron un saldo de por lo menos 11 muertos y 30 heridos.

Gendarmes y militares leales a Gbabgo procedieron a un despliegue masivo en Abobo (norte), un barrio favorable a Ouattara, y en otras zonas de la ciudad.

Un periodista de la AFP vio en una carretera que lleva a ese barrio dos cuerpos en un charco de sangre, aunque no pudo averiguar la causa de los decesos.

Las Fuerzas de Defensa y Seguridad (FDS) de Gbabgo mantení­an además el control de una barrera erigida en la carretera que lleva al hotel donde Ouattara instaló la sede de su gobierno.

La ví­spera, los hombres de las Fuerzas Nuevas (FN, de Ouattara) trataron de tomar el control del lugar, en violentos combates.

Las FN y los cascos azules de la ONU protegen el hotel.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, instó a Gbabgo, tras una cumbre con sus pares europeos en Bruselas, a dejar el poder «antes del fin de la semana», so pena de ser sometido a sanciones por parte de la Unión Europea (UE).

La UE urgió por su lado al ejército marfileño a colocarse bajo la autoridad del «presidente democráticamente electo» Alassane Quattara.

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, achacó la violencia al bando de Gbabgo, apuntando a «aquellos que evitan un rápido traspaso de poderes al presidente electo Alassane Quattara».

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas amenazó el jueves con hacer recaer el peso de la ley humanitaria internacional sobre los culpables de ataques a civiles en Costa de Marfil.

Un alto funcionario estadounidense dijo ese mismo dí­a que Gbabgo «tiene que tomar una decisión y tiene una cantidad de tiempo limitada para tomarla».

Los medios de prensa estatales y varios lugartenientes de Gbabgo mantení­an pese a todo una actitud desafiante y acusaban a los cascos azules y a Francia -potencia colonial hasta la independencia del paí­s en 1960- de armar a los simpatizantes de Ouattara en el norte para perpetrar un «genocidio».

Gbabgo, sin embargo, se mostraba discreto. Este viernes, debe reunirse con el presidente de la Unión Africana (UA), Jean Ping, que busca mediar en la crisis.

La UA también reconoció la victoria de Ouattara, pero bsuca una solución negociada, pese a la postura de algunos de sus miembros, como Kenia, que llamó a expulsar a Gbabgo por la fuerza.

Gbagbo llegó al poder en octubre de 2000, tras unas polémicas elecciones en este paí­s de 21,1 millones de habitantes, primer productor mundial de cacao.

Después de un fallido golpe de Estado de septiembre de 2002, el paí­s se dividió entre el sur leal al mandatario y el norte que se pliega a la rebelión liderada por las Fuerzas Nuevas.

Gbagbo se mantuvo en el poder pese al fin de su mandato en 2005. Las elecciones presidenciales fueron aplazadas seis veces, hasta la celebración de la primera vuelta el 31 de octubre y de la segunda el 28 de noviembre pasados.