Llorando por Emilia


Estaba en la flor de la vida porque apenas sobrepasaba los 30 años. Tení­a una sonrisa hermosa, un lunar en la mejilla y un rostro de princesa hindú. Lo más importante, tení­a la cabeza llena de sueños y buscaba usar lo que habí­a aprendido para conocer, interpretar y ayudar a transformar este paí­s tan lleno de miserias e injusticias. Era socióloga y se llamaba Emilia Quan Stackman.

Carlos Figueroa Ibarra

Emilia habí­a sido Becaria del Programa Multidisciplinario de Estudios sobre la Pobreza de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Guatemala. Posteriormente trabajando en el mismo programa, habí­a vivido en Petén realizando trabajo sociológico. También trabajó para la Fundación Mack y finalmente lo hací­a en el Centro de Estudios y Documentación de la Frontera Occidental de Guatemala (CEDFOG). Resulta indignante contrastar las fotos de Emilia cuando sonreí­a a la vida, con la que vi en un tabloide sensacionalista mientras me conducí­a en un taxi por la ciudad de Guatemala. En esa foto aparece Emilia maniatada, tirada a la orilla de alguno de los caminos de Huehuetenango. No se sabe si murió por los golpes que le propinaron sus agresores o por los que sufrió cuando se lanzó del vehí­culo en que la llevaban secuestrada, consciente del terrible destino que le esperaba a manos de sus victimarios.

Lo que resulta conmovedor, y estoy seguro que a Emilia le hubiese interesado porque era socióloga, fue la reacción de la población de las comunidades aledañas al lugar en donde fue secuestrada junto con el chofer que la llevaba a Todos Santos Cuchumatán a dejar unos libros de la institución para la que trabajaba. Al lado de organizaciones sociales, lí­deres comunitarios, autoridades municipales, autoridades policiales y miembros del ejército nacional, los pobladores de la ruta del norte se movilizaron para encontrarla hasta que infelizmente localizaron su cadáver. Desde un punto de vista sociológico, también resulta impactante pese a lo reiterado del suceso, que los pobladores hayan linchado a dos de los maleantes que fueron capturados por la policí­a en Santa Cruz Barillas con el vehí­culo en el que viajaba Emilia. Los dos hechos, el secuestro y posterior asesinato de Emilia, y posteriormente el linchamiento de dos de los delincuentes que participaron en el execrable acto, revelan lo que sucede en Guatemala. El GAM, a propósito del crimen cometido contra Emilia ha denunciado que la inversión en seguridad en Huehuetenango es de 360 quetzales por kilómetro cuadrado y 2.65 por habitante del departamento. Ineficiencia del gobierno actual o incapacidad estructural del Estado en Guatemala, las cifras revelan las profundas limitaciones con las que opera la seguridad y la justicia en Guatemala.

Una de las instituciones que se dedica a la investigación social en Guatemala, AVANCSO, ha expresado que independientemente del móvil del crimen, se ha truncado con la vida de Emilia la articulación del conocimiento y el compromiso social. El crimen cometido contra Emilia, como el que se cometió contra Myrna Mack y Mayra Gutiérrez, pone en serio riesgo las posibilidades de los cientí­ficos sociales para hacer investigación en Guatemala y tratar de interpretar las causas y regularidades de sus procesos sociales. Se ha dicho también con razón que la principal responsabilidad del asesinato de Emilia la tiene el Estado por no brindar las condiciones de seguridad para los defensores de derechos humanos, para con los que luchan contra la depredación ambiental y contra los mega proyectos. Este último señalamiento evidencia la situación de Estado fallido que vive Guatemala. Pero acaso habrí­a que preguntarse si Guatemala, como sucede en muchos otros paí­ses de la periferia capitalista, no es también una sociedad fallida. No se trata solamente de evidenciar la imposibilidad del Estado guatemalteco de cumplir con el pacto hobbesiano de seguridad para los ciudadanos. Quedarnos en ello es quedar atrapados en que la solución para la violencia delincuencial es solamente la punitiva. Se trata también de denunciar las condiciones sociales que hacen que en Guatemala, el Estado no solamente es rebasado ya por la delincuencia, sino también la sociedad hace nacer de manera incontrolable delincuentes de toda laya. Aceptémoslo de una buena vez: la sociedad guatemalteca es productora incesante de delincuentes comunes y crimen organizado. De delincuentes muertos de hambre y criminales de cuello blanco.

En lo que se refiere a los que nos dedicamos a las ciencias sociales y a la sociologí­a en particular, el mejor homenaje que le podremos hacer a Emilia Quan Stackman es el que ha propuesto en su pronunciamiento el grupo de sociólogas de la Escuela de Ciencia Polí­tica de la Usac: la realización de un trabajo profesional que denuncie crí­ticamente las estructuras injustas generadas por el sistema en el que estamos inmersos.

Si lo hacemos, Emilia vivirá por siempre.