Reciente reportaje de un matutino sobre la situación de la Universidad de San Carlos permite confeccionar diversas reflexiones sobre el futuro de la misma, tema éste que debiera ser de preocupación primeramente de toda la familia que la conforma, y luego de los contribuyentes y del pueblo en general, al cual se debe cualquier ente de naturaleza pública.
Al igual que lo que ocurre con el Alma Máter, y teniendo en cuenta que la misma participa activamente en diversas comisiones de postulación, otros reportajes actuales expresan la necesidad de reformar incluso la Constitución Política y la ley actual de comisiones de postulación, surgiendo entonces la pregunta lógica, relativa a que si las fallas deben ser atribuidas a las formalidades y los legalismos, o bien a los procesos de alta decisión que a menudo son cooptados en el medio por verdaderas nomenclaturas del statu quo y de los intereses creados.
En el caso de la Universidad, los grupos más cercanos al poder y al gobierno académico se plantean una reforma inmediata que mejore los espacios de cogobierno entre estudiantes y docentes, tema éste que motivó incluso el cierre de dicha casa de estudios por cerca de dos meses. Otros sectores más visionarios se plantean reformas integrales y ambiciosas, que incluso debieran ser discutidas en un Congreso Académico, y es que la experiencia de países exitosos en el plano académico enseña que antes de modificar cualquier ley se debe tener la visión de qué es lo que se necesita cambiar.
En reciente investigación, patrocinada por el Banco Interamericano de Desarrollo -BID-, intitulada «La Era de la Productividad: transformando las economías desde la base a la cúspide», se plantea que la productividad latinoamericana está a la mitad de su potencial y que no se está poniendo a tono con las exigencias del momento, ni mucho menos con su frontera de posibilidades. Y ello es una de las causas del atraso de las sociedades y del lento crecimiento del producto. Buena parte de tales carencias se debe precisamente a la baja calificación de nuestros profesionales y técnicos.
La investigación revela además que el sector de los servicios es el más representativo en estos momentos, siendo que la industria viene decayendo y cada vez existen menos agricultores y campesinos en la región. Es así como la fuerza de los vientos se viene dirigiendo hacia la profesionalización y el conocimiento, en plena era de la información y de la revolución digital.
Por tales razones el medio tiene poca innovación y creatividad, lo que se debe precisamente a la falta de una educación de calidad y al magro conocimiento tecnológico de grandes masas de población joven y trabajadora que está urgida de una mejor adaptación a las exigencias del mundo globalizado. Por tal razón el conocimiento de las matemáticas y de las ramas tecnológicas son vitales en estos momentos, siendo que, por ejemplo, la universidad privada Del Valle ha instalado un campus TEC en pleno corazón citadino en zona cuatro, mientras que da tristeza ver el abandono de las instalaciones sancarlistas en la calle Mariscal Cruz.
Concluimos así que más que una pelea por formalismos, en aras de solucionar un conflicto temporal entre estudiantes y profesionales vocales facultativos, la crisis es mucho más profunda y es ante todo una crisis de pensamiento.