Desde hace muchos años, aunque no se tienen las fechas exactas, en Salamá, se fundaron las cofradías del Niño Dios de La Virgen, del Niño Dios de San José, y del Dulce Nombre. Las cofradías de la Virgen y de San José han existido desde tiempos inmemorables en los barrios El Caracol, Santa Elena y de Las Piedrecitas, y la cofradía del Dulce Nombre en el Barrio El Calvario y el Sector Minerva, estos niños fueron traídos en la época de la colonia desde España.
Cuando estas cofradías se fundaron fueron entregadas a sus primeros mayordomos a través de escrituras que responsabilizaban la veneración y resguardo de los niños, que año con año hasta la fecha, se trasladan de una familia a otra, haciendo un recorrido en las principales calles de la ciudad de Salamá, así también en algunas aldeas y caseríos del municipio. Estos recorridos se inician el 25 de diciembre y finalizan su peregrinaje en el mes de febrero del siguiente año.
Entre la navidad y el año nuevo, El Niño Dios anda desnudo con su resplandor y a partir del primero de enero sale a las calles con su vestido y atuendos.
Los mayordomos principales llevan un registro escrito de todas las casas donde los reciben para su adoración, así mismo las casas donde serán velados toda la noche durante todo este tiempo.
En las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado, habían familias que se distinguían para recibir en su casa la visita de los Niños para su adoración, en donde se les cantaban villancicos y alabados al Niño Dios, viejos cantos que hasta nuestros días se entonan, en aquella época en el caso del barrio San José los recibían las familias Martínez, Fernández, Chavarría, Flores, García, Soberanís, Leonardo y Pérez…
Todos los que acompañan al Niño Dios y a los mayordomos, son varones en los cuales participan niños y jóvenes, se les conoce con el nombre de pastores quienes alegran con sus tambores los villancicos, con toques especiales como solo ellos saben interpretar, entre los villancicos mas conocidos están: «A la ro ro niño», «Derrama una estrella», «del mar al cielo», «Todititos los pastores», «Jesús, María y José», «A Belén a Belén», «Cierra tus ojitos».
En cada casa que visita el Niño Dios, los pastores tocan sus caracoles, tambores, pitos y tarrascas que alegran las cortesías de entrada y salida de las casas visitadas.
En la casa en donde reciben al Niño Dios, los pastores descansan de su largo recorrido del día, a quienes se les dan los sagrados alimentos, en este tiempo de descanso los pastores buscan la sombra de los árboles y se recrean con juegos de mesa, formando parte de una sociabilización que permite esta tradición.
El Niño Dios es entregado a la familia que lo recibe en la puerta de entrada al finalizar las cortesías, quienes con otra imagen del Niño Dios lo reciben, con bombas voladoras, cuetillos, incienso y candelas… llevándolo al nacimiento en donde se adorará…
Cuando termina la adoración en la casa en donde fue recibido el Niño Dios, los mayordomos toman la palabra y agradecen a la familia que los recibió, agradeciéndoles por los sagrados alimentos, por la limosna y los recuerdos recibidos consistentes en «Brichos, bombitas navideñas de nacimiento, vestido, anillos, esclavas, cadenas, ángeles, series de luces, entre otras.»
El Niño Dios recibe limosna en dinero y en especie por ejemplo: flores naturales, incienso, mirra y copalpon, maíz en mazorca, café en grano, panela, azúcar, arroz, gallinas, marranos, entre otras.
Esto va formando parte del patrimonio de cada cofradía, a la vez el mayordomo invita a los presentes que los acompañen al retorno del Niño Dios a su nueva cofradía en el mes de febrero.
Antes de entregar al Niño Dios a su nueva cofradía, la cofradía que entrega bañan al Niño Dios en jugo de tomate para entregarlo limpio y para su conservación.
El Niño Dios es velado toda la noche en su cofradía, la noche del 24 de diciembre, el 31 de diciembre y el 6 de enero día de los Santos Reyes. La limosna que ellos recogen en su peregrinaje sirve para sufragar los gastos que la cofradía tiene.
En la velada del Niño Dios, en la casa que lo recibe les dan cena a los pastores y a las rezadoras, consistiendo esta cena en tamales colorados con café, chocolate o ponche, quienes pasan toda la noche venerando al Niño Dios, y es aquí el papel importante que juega el mayordomo de recorrido quien vela tola noche cuidando al niño, juntamente con la familia que lo recibe, al día siguiente les dan desayuno a todos los pastores y mayordomos quienes se despiden a las nueve horas, para seguir su recorrido.
El Niño Dios carga sus tres mayordomos de recorrido, el encargado de los pastores, el que lleva al Niño Dios, y el que lleva el estandarte de la Virgen o de San José.
En algunas ocasiones coinciden en la fecha, la entrada de los tres Niños en una casa, ya sea para su adoración o velación, es un momento muy especial en donde hacen cortesías los tres Niños y se reúnen más de 300 pastores que los dueños de la casa atienden bondadosamente a todos. Cada vez que pasan al frente de una iglesia o capilla católica tienen la tradición de realizar las cortesías, como saludo al Santo Patrono de cada iglesia o capilla.
Los habitantes de la ciudad de Salamá esperamos año con año el recorrido del Niño Dios, para salirle a su encuentro con un beso para recibir su bendición y entregarle nuestra ofrenda, esto forma parte de la espiritualidad dentro de la cultura popular de Salamá, única en la República de Guatemala que enriquece la Fe católica, esta es una tradición muy arraigada que se traslada de generación en generación.