En los noventa días siguientes a igual período anterior, los hechos que marcan el 2010, tienen relación directa con el accionar humano sobre el planeta. Para nuestro país, la devastadora presencia de Agatha, dejó una huella destructiva que aún hoy, a más de seis meses de su copiosa presencia, aún persiste. El volcán de Pacaya nos recordó principalmente a los capitalinos que la fuerza de la naturaleza es tan poderosa como impredecible. El afán y responsabilidad de la inmediatez de la cobertura noticiosa, cobró la vida a un reportero de un medio televisivo de información. En dicho período, a nivel mundial se produjo el inicio de la «fiesta del fútbol». España se coronó como la selección triunfadora y la italiana, otrora campeona defensora del título obtenido hace cuatro años, salió en las primeras de cambio, por la puerta de atrás.
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Así discurren los días del segundo trimestre de 2010. Las marcas para unos, los familiares de las más de 1500 víctimas de la violencia criminal dentro del período, serán más que imborrables. Para otras innumerables víctimas de robos y asaltos será un lapso para no recordar. Son las contradicciones propias del ser humano. Los padres que vieron coronados los esfuerzos intelectuales de sus hijos al haber alcanzado la graduación de éstos, tendrán una grata sensación de los recuerdos que encierra el 2010.
La relación directa del accionar humano sobre nuestro planeta, escribí líneas arriba, se evidenció en el período indicado. Aún hoy día continúa haciéndose presente con las bajas temperaturas que registran nuevos récords en los recuentos climáticos. El impacto sobre la biósfera nos está pasando la factura. El afán de lucro de las grandes potencias y la indolencia de los poseedores del capital en nuestras latitudes, es parte del problema. Parte importante del causar del problema que tiene relación directa con el cambio climático.
Si el uso de los más de un mil novecientos millones de quetzales que se han otorgado en materia de incentivo forestal, hubiesen tenido un impacto superior al sesenta por ciento en materia de reforestación, probablemente el departamento de El Progreso sería hoy un departamento verde, pero los falsos informes, por ejemplo, son tan solo una muestra de la succión que se hace de los recursos públicos con el apoyo y sorna de los llamados a hacer cumplir las normas específicas. ¿Quién fiscaliza y denuncia esas exacciones y malos empleos? ¿En donde está la voz de los que suelen criticar por criticar y que se esconden en la irresponsabilidad de sus opiniones garantizadas por la Constitución Política? Son intereses poderosos los que se escudan, ahora sí, en el otorgamiento que les brinda el Estado. Hasta su gremial han constituido.
Es entonces la deforestación continuada y evidente en gran parte del territorio nacional la que nos hace más vulnerables. Los ríos se desbordan con mayor agresividad al encontrar una permanente fuente proveniente de las laderas deforestadas de piedras, tierra y arena. Y esos males se pueden prevenir, con acciones a tiempo. Es como en el tema de la impunidad. Hoy estamos cosechando lo fallido de todo el aparato estatal: sus frágiles instituciones, sus débiles normas claras y precisas, la costumbre -demasiado arraigada- a sobornar para que en nuestro caso «se hagan de la vista gorda» ante nuestras eventuales infracciones. Es un patrón cultural, que nos arrebata la razón y la sed de justicia. Ese segundo trimestre del 2010, con su tormenta, su arena volcánica y la paradoja deportiva como gran distractor, son la muestra de las principales marcas del año en dicho período.