En la mayoría de actividades, salvo en el comercio, se nota ya un descenso importante en el ritmo de trabajo por efecto de la proximidad de las fiestas navideñas y de fin de año. Mañana, cuando se haga efectivo el pago del aguinaldo, aumentará la cantidad de convivios y de apresuradas visitas a los centros comerciales para buscar los regalos propios de la época, dejando para más adelante muchas de las preocupaciones cotidianas que nos agobian.
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Por fortuna tenemos un período en el año en el que prácticamente todos pasamos la página y nos podemos centrar en preocupaciones menos graves. Esta época, en la que históricamente se ha privilegiado la paz y el amor, nos permite ver nuestra realidad desde otra perspectiva y si bien no terminan las angustias provocadas por la inseguridad, la violencia y los robos a la orden del día, por lo menos nuestro foco de atención se centra más en la alegría propia de las fiestas.
He pasado varias navidades en el extranjero y hay una iglesia a la que he ido varias veces a las misas de Navidad en la que colocan un letrero que siempre me impresiona. En el mismo se lee «Keep Christ in Christmas», y es que verdaderamente nota uno que la figura del Cristo que vino al mundo y cuyo nacimiento conmemoramos en esa fecha, cada día es menos importante en el contexto de la festividad. Nos ocupamos de los regalos, de la parranda y de los convivios, pero poco reparamos en la causa de tanta celebración. El juego de palabras en inglés siempre me ha parecido un llamado de atención para entender el real sentido navideño.
En nuestro trabajo de prensa sabemos que el ritmo de la noticia baja notablemente en estos días, sobre todo para ciertas fuentes porque se ha ido volviendo costumbre hasta el cierre de actividades al dar vacaciones a entidades enteras, como pasa con los organismos Legislativo y Judicial. Y en general se entiende también que el interés del público se diluye y la gente no está tan atenta a las cuestiones del día a día que son parte de nuestro trabajo informativo. Pero siempre se ha dicho que son también estas fechas oportunas para reflexionar porque alejados del ajetreo de lo cotidiano tenemos más tiempo y oportunidad para ver las cosas desde una dimensión diferente.
He estado pensando mucho en nuestra Guatemala y en las perspectivas de futuro, sobre todo porque ahora una nueva campaña electoral se nos avecina y el año próximo nos traerá nuevamente el canto de sirena de las promesas políticas que nos proponen soluciones mágicas para todos los problemas que nos agobian como pueblo. No creo, ni espero en realidad, que surja una propuesta seria que se esmere por abordar esos temas desde una perspectiva de realismo que nos permita buscar soluciones reales que vayan más allá de la promesa electoral que tiene el fin de obtener prosélitos y de ganar votos. Sinceramente veo más de lo mismo y no es que uno caiga en actitudes pesimistas, sino que con realismo y buena información se tiene que llegar a la conclusión de que no hay en el horizonte una propuesta coherente con las necesidades del país. Nótese que no hablo de personas porque no creo que la solución esté en que podamos encontrar al superhombre o supermujer que sea capaz de enderezar tantos entuertos. Creo en propuestas de equipo y creo en planteamientos ideológicos claros que puedan ofrecer alternativas a un sistema que languidece, pero que ni pare ni revienta.
Tendremos más días para la reflexión, aunque no veo aún elementos que me hagan cambiar la perspectiva.