Sumados a la lucha


Una de las grandes decisiones de la conferencia del clima de la ONU en Cancún (México) fue el llamado REDD, mecanismo para apoyar financieramente a los paí­ses que protejan sus grandes bosques tropicales, del Congo a Indonesia o Perú, y evitar sus masivas emisiones de carbono.


El objetivo es estimular a los paí­ses en desarrollo a combatir la deforestación y ofrecer incentivos a los habitantes y gobiernos para que preserven los bosques.

La deforestación provoca cada año cerca de 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, que son liberados a la atmósfera cuando se destruye la vegetación que los retiene. Anualmente, 13 millones de hectáreas de bosques en el mundo se pierden por la deforestación, equivalentes al tamaño de Inglaterra.

Y de esos bosques viven 1.200 millones de personas.

«El REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación) es la mejor oportunidad para conservar las selvas tropicales de todo el mundo y mejorar la calidad de vida de los que viven en ellas», explica a la AFP Virgilio Viana, director de la Fundación Amazonas Sustentable (FAS), que lleva adelante un reconocido proyecto pionero de REDD en el corazón de la Amazoní­a de Brasil.

El Estado Amazonas de Brasil enfrenta el mismo problema que tantos otros bosques del mundo: el azote de madereras, grandes agricultores y ganaderos que le ganan espacio a la selva y mineros ilegales.

Para enfrentar esos flagelos en una zona que estaba siendo peligrosamente devastada, se creó hace tres años la reserva Juma, 500 millones de hectáreas circundadas por rí­os y dispersas comunidades de pobladores que sobreviven colectando productos del bosque, que ahora reciben financiamiento por sus servicios al ambiente con la preservación del bosque.

El compromiso que asumen es cero deforestación en áreas de bosque primario y adoptar prácticas ecológicas en la producción de alimentos, además llevar a sus hijos a la escuela.

El proyecto se compromete a absorver 3,6 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) hasta 2016.

El mecanismo REDD «confirma un amplio apoyo para incentivar a los paí­ses que protegen sus bosques nacionales», destacó Wendel Trio, director de Clima de Greenpeace.

El activista denunció no obstante la ambigí¼edad del proyecto. que no obliga a cubrir paí­ses enteros, sino áreas.

Los 194 paí­ses reunidos en Cancún delinearon apenas la primera fase del REDD, para que los paí­ses sienten las bases para una aplicación que tardará algunos años bajo el formato de la ONU. El sistema aprobado prevé que haya financiamiento público a esos proyectos, y no descarta que en un futuro entre en los mecanismos del mercado de carbono.

El mecanismo no está exento de polémicas, que van desde las ví­as de financiación hasta los sistemas de verificación de los programas. Algunos incluso advierten que no debe desviar la atención sobre la prioridad de que los paí­ses ricos reduzcan sus devastadoras emisiones industriales.

«Los bosques no pueden ser introducidos en el mercado, si le ponen un valor a los bosques, quiere decir que los pueblos indí­genas los perdemos», dijo a la AFP durante la conferencia la activista indí­gena Andrea Carmen, directora del Consejo del Tratado Internacional Indí­gena.