¿Mano durita?


¿Será acaso como un guante de seda que amortiguará los golpes de la mano de hierro que caerá sobre nuestros rostros hasta rompernos los huesos y desvanecer la vida?

Gerson Ortiz
gortiz@lahora.com.gt

En la descarada campaña anticipada que un buen número de partidos polí­ticos guatemaltecos realizan (pese a su ilegalidad), se pueden ya intuir las estrategias demagógicas a las que estas organizaciones partidistas apuestan para captar los votos de los electores.

Hasta ahora, una de las más grandes campañas publicitarias es la del Partido Patriota (PP), el cual se ha dado a la tarea (insisto: ilegal) de colocar gigantescas vallas anaranjadas con blanco en cada esquina, que «invitan» a ser «patriota».

Pero más allá de ese llamado al patriotismo, es preciso subrayar que hasta ahora, ese partido que representa a la ultraderecha militar en nuestro paí­s sufrió una especie de metamorfosis en su discurso, y esos lacónicos mensajes (que comprimen lo más básico de los planes de gobierno de los partidos) nos permiten leer entre lí­neas y abstraer los ganchos publicitarios que van tras los votos de «la masa».

El PP transformó su eslogan: «Mano dura, Cabeza (dura) y Corazón (duro)», en mensajes menos agresivos como: «Yo pido una Guatemala con justicia», «Yo pido una Guatemala con Trabajo»; estos concluyen con la frase: «Yo soy patriota».

En el anterior proceso electoral, el PP utilizó como eslogan la frase: «Seguridad y empleo con mano dura», cuya intención era señalar dos de los principales vací­os del Estado ante las demandas ciudadanas, pero que sólo podí­an alcanzarse a través de la aplicación de la mano dura que ejercerí­a su candidato.

En la publicidad actual, el discurso sólo varió (peligrosamente) en su forma pero no en el fondo, ya que vuelve a identificar los principales problemas del paí­s como el trabajo y la justicia (incluso la impunidad), pero esta vez a través de una «dulcificación» de su contenido.

Con esto, el partido busca sembrar en los votantes la necesidad de identificar de las principales falencias del Estado y relacionarlos con el «patriotismo», según él, necesario para exigir esos cambios para el desarrollo del paí­s; pero esa estrategia publicitaria no anticipa una reforma sustancial en su proyecto polí­tico, basta mirar la postura legislativa actual de esa agrupación polí­tica.

Cabe aclarar que no todo es «dulzura» en esa agrupación pues de los ya citados «mensajes tenues» pasa a un discurso frenético, caracterí­stico del mismo: «Yo no me rindo ante la violencia», citan otros anuncios.

Una de las tareas de la publicidad es sembrar en los receptores de los mensajes necesidades unilaterales, es decir, que sólo favorecen al «fabricante» o «financista» de la misma y (generalmente) sin que quien la incuba pueda tomar una decisión al respecto; por lo tanto, advierto que en este caso el PP acudió a falsas reivindicaciones que sólo apuestan a conseguir un voto y no garantizan el respeto de lo que pregonan.

«Para los que mandan no hay tolerancia cero», escribió Eduardo Galeano; y la historia le da la razón, pues en nuestro paí­s y continente, la aplicación de las polí­ticas de mano dura siempre aplican «hacia abajo», hacia los desposeí­dos y no hacen más que transformar la pobreza en el más perseguido delito.

Por las y los desaparecidos, asesinados, torturados, ultrajados de mi paí­s: para Guatemala, ni mano dura ni durita.